30.11.05

Más sobre lo del puto árbol

Es incoherente creer en verdades absolutas y defender la Democracia. Los "absolutistas" pueden ser moderados en política porque, afortunadamente, no suelen creer la mayor parte del tiempo que poseen en primera persona esa verdad objetiva; eso posibilita la convivencia con ellos... Pero un absolutista que además sea enérgico defendiendo su propia opinión corre el riesgo de caer en la tiranía, como aspirante a un poder tiránico, y también como admirador (esclavo) de un poder así, si proclama verdades parecidas a las suyas.

En la práctica, generalizando mucho, me parece coherente que el absolutista sea un romántico político más que un moderado dialogador; este absolutista ideal no querría decir sólo: "hay CIERTAS verdades que lo son aunque nadie estuviera de acuerdo", sino algo mucho más peligroso: "ESTO que YO digo es Verdad para todos aunque sea impopular". Cuando despreciamos por principio a las masas de gente que hace algo que nosotros no haríamos, como ver ciertos programas de la tele, ir a un partido de fútbol (si no nos gusta el fútbol) o copar, aprovechando que es gratis, el aforo de un concierto que sólo a unos pocos nos interesa mucho, por ejemplo, estamos dejándonos llevar por nuestra parte más absolutista. Si llevásemos esa actitud a las últimas consecuencias tendríamos que simpatizar con ciertas políticas totalitarias...

Lo que quiero decir es: ¿cómo puede un pensador valiente sentirse en posesión de una verdad objetiva y no desear inmediatamente hacerla universal por cualquier medio? Quien cree que lo que tiene en la cabeza no admite ninguna discusión, que no depende de ninguna mente humana, debería lanzarse a una orgía de violencia si es necesario y no rendirse hasta imponer su visión en el mundo entero. En estricta lógica, el auténtico religioso tendría que hacer de su vida una matanza justiciera, tendría que eliminar fríamente uno a uno a los enemigos de su doctrina.

Si hay una verdad absoluta ésta será compatible sólo con algunos comportamientos, sólo con unos estilos de vida, con ciertas opiniones y no con otras (a no ser que sea una verdad de bien poca importancia) y, en consecuencia, si la descubrimos habrá que abolir la democracia... A no ser que creamos que es correcto actuar dando la espalda a la verdad.

16 comentarios:

antonioasencio dijo...

Hola Raquel. Me encanta tu blog porque hablas de cosas en las que pienso mucho.

Como somos amigos, además, entenderás mejor mis palabras, que tras el texto casi anónimo de internet, muchas veces se malinterpretan, al no poder ponerles ojos, nariz y boca.

Mira, sobre el tema de la verdad y la no verdad... Me rindo, soy incapaz de resolverlo. Ahora mismo me estoy leyendo un libro interesantísimo que te recomiendo: La lógica del sentido, de Gille Deleuze, que se supone que es un posmoderno relativista. Pone en contradicción al sujeto que piensa, al enunciado lógico, a la designación y, por último, al sentido. ¿Qué va primero? Según Descartes, el sujeto que piensa, el yo. Pero, ¿qué narices va a pensar un yo si no hay nada sobre lo que pensar? Pensemos que la lógica, el pensamiento, es anterior al Yo. Esto no quiere decir que tenga sentido. Si la verdad es una concatenación lógica, obviamente sí. Pero tú puedes hacer enunciados lógicos totalmente carentes de sentido. Es curioso. Al final de todo el proceso, Deleuze llega al sentido como algo que está en la frontera entre el acontecimiento y el lenguaje. Pero éste es un lugar que es como el presente: infinita división entre el pasado y el futuro. Porque, para fijar el sentido... necesitamos más lenguaje, que a su vez tiene otro sentido, que a su vez requiere de otras palabras...

Perdona todo este rollo que te estoy soltando. A mí me acusa mi pareja de relativista. Pero fíjate, dices que si uno cree en la verdad no puede ser democrático. Pero, en realidad, la democracia es una idea de verdad, es una ideología en sí: no es un lugar neutro en el que se dirimen diferencias, sino que en sí conlleva una ideología: igualitarismo jurídico, libertad económica, individualismo... Se dirimen luchas de poder con pocas diferencias.

Ahora bien, si todo es criticable, si todo es refutable y cuestionable, ¿qué nos queda? Es difícil, porque las personas no podemos vivir en ausencia de sentido, como si fuéramos cabras. Aunque sean precarias, necesitamos verdades que le den sentido a nuestra vida, a nuestra acción.

Y ahí estamos, buscándolas...

Raquel Márquez dijo...

Qué bien, lo mismo digo yo, que cuando escribo pienso primero en mis amigos, claro. Buscaré ese libro, que no he leído nada de Deleuze, como de casi ninguno de estos postmodernos (yo lo pongo con la "t" para ir de rebelde anticuada, ea), y creo que ya va tocando.

¿A tí te gusta Debord? Tengo dos amigos apasionados con él pero yo le tengo cierto miedo porque leí un artículo que me pareció paja retórica, juegos del lenguaje...

Las democracias son ideologías, son verdades, es cierto, pero la democracia en sentido amplio, el espíritu digamos filosófico, de la democracia... ¿puede ser "absolutista"? Quizá sí... O soy relativista o indecisa, nunca estoy segura... En cuanto a la lógica es anterior a mí, al pensador individual, pero no puede haber lógica si ningún pensador la define, la utiliza, la estructura...

Raquel Márquez dijo...

Ah, y de rollo nada, parrafadas así quiero yo.

antonioasencio dijo...

A Debord no lo conozco, pero me apunto la referencia. Yo consumo mucho Foucault (demasiado), ahora Deleuze, Barthes y textos de Derrida. Los leo, pero eso no quiere decir que los trague tal cual. Yo, te voy a decir algo, me inclino a pensar que la verdad existe. Pero esto es un acto, lo confieso, de fe. Creo que en el hecho de pensar está implícita la idea de verdad, aunque no la verdad misma. Hablo con un sentido, al menos para mí y para mi interlocutor. Entonces, el sentido es una haciéndose, un produciéndose en acto comunicativo. Y aquí es donde supero la posmodernidad con Habermas. En el diálogo existe el sentido. Pero eso no quiere decir que exista la verdad. El sentido, según Deleuze, sería, por ejemplo: puedes decir Venus, y puedes decir Lucero del alba. Significar, significan lo mismo, designan lo mismo, pero no tienen, en absoluto, el mismo sentido. Por tanto, el sentido, y con el sentido cierta idea de verdad, se da en la comunicación. Ahora bien, eso no resuelve el tema de la verdad. De la verdad positivista, innegable, científica. Por tanto, creer en la verdad es eso, creer, yo creo que es algo más ético que otra cosa. Creer que existe una verdad y definirla, puede que tenga que ver con que queremos evitar el "todo vale", "todo da igual". Es, más que intelectual, algo moral, una motor vital, ético. Puede que intelectualmente no exista la verdad, puesto que con el intelecto no alcanzamos la trascendencia. Pero sí podemos percibir y pensar en una verdad desde una posición más ética, más de fe, más ligada a la voluntad, al querer, que al saber. Y ahí es donde esa voluntad, esa verdad, nos puede, a su vez, causar problemas, al colisionar con otras verdades ajenas. Pero esto en otro capítulo. ¿Qué opinas?

Anónimo dijo...

Ese es el verdadero antonio asencio? que bueno!
Pues loq eu yo pienso de todo esto es que es taaaaan fácil caer en una trampa tendida por tus propias "verdades"... es tan fácil creerse poseedor de la verdad, miembro de una élite sin darse uno cuenta de que le gustaria imponer lo que uno cree. Por eso no me gusta la gente que intenta mantenerse pura y correcta frente al capitalismo: no comer carne, no apoyar a instituciones corruptas, ser auténtico a toda costa...porque no se puede! Yo ya tengo pánico a afirmar una cosa como verdad absoluta, sin aclarar que es lo que yo pienso, porque las contradicciones acechan. Que dificil

Anónimo dijo...

Vaya, tienes que aprobar primero los comentarios? y eso
?

Raquel Márquez dijo...

Sí, Antoño, ya me dijiste que Foucault te tenía ahí absorbido, pero seguro que no es demasiado, yo tiendo a picar de aquí y allá cuando en realidad creo que aprendería y disfrutaría más siguiendo sólo tres o cuatro filones pero hasta el final...

Estoy totalmente de acuerdo en que todos por el hecho de pensar, y ya no te digo de hablar, tenemos fe en la idea de verdad, y nos relacionamos con ella, no con una verdad intersubjetiva o científica sino una verdad o verdades trascendentes, absolutas, objetivas... Y también me parece exacto que eso es un acto moral. No sólo es que sea inevitable, es que además me parece casi la esencia del ser humano, porque no creo que la moral sea algo así como un ceder poco riguroso a una idea subjetiva y falible de "verdad". La moral, o más bien la ética individual, es lo más importante y lo más interesante que tenemos, ya que la felicidad, lo único que está para mí por encima y antes que la ética, no se puede fácilmente aprender ni decidir, es un dejarse llevar, casi un instinto, aunque suene naturalista...

En cuanto a la trascendencia, me parece una idea de soñador, hecha de negaciones de otras ideas: la idea de lo finito, de lo que está en proceso, de lo vulgar, de lo animal... Pero te confesaré que siento a menudo algo que sólo puedo llamar trascendencia. Para mí es poco más o menos sentirse tan vivo que parece que el mundo se queda corto, sentirse tan ahí, tan existente, tan completo y tan sensible a las cosas... que uno se siente casi superior a la materia... Pero como creo que todo lo que existe es materia y presupongo que lo que no conozco probablemente no existe, pues tendría que conformarme con palabras menos ambiciosas: alegría, momento intenso... Con lo que molaría ir de trascendente...

Lo de tener que aceptar los comentarios no va a afectar en nada, aparecerán todos aunque estén radicalmente en contra de mis ideas. Lo único que no aparecerá son los insultos o ataques directos personales, creo que son aburridos... y tengo mi corazoncito, joer.

Raquel Márquez dijo...

Lo que dice Elena es lo que me hace decir las cosas que digo (?) Quiero decir (basta de trabalenguaaas!) que sí, que eso es lo que me lleva a pensar en el relativismo, ver a gente que se siente transgresora y al final acaba siguiendo otras doctrinas pero negativas, doctrinas en contra, que son las más fáciles aparentemente y las menos útiles. Yo misma me he visto antiadoctrinando "cienes y cienes" de veces, y lo que te rondaré morena. Al final, he llegado a un individualismo que a más de uno a veces le parecerá casi... no sé si decirlo... ¡de derechas! jajajaja...

antonioasencio dijo...

Todo es ética. El problema no es que no haya ética. Cuando Aznar apoyaba la guerra de Irak, junto con Bush, lo hacía en nombre de una ética determinada. Los que nos manifestamos, claro está, en nombre de la contraria. Es decir, para los dos bandos había dos verdades diferentes y que, cada uno por su lado, consideraba absolutas. Sin embargo, creo que el resultado de que nuestras éticas, nuestras verdades, choquen con otras, no debería impulsarnos a pensar ni que todo es relativo, y por tanto nuestra verdad no es tal verdad, ni que todos están equivocados menos yo. Entonces, ¿qué coño hacemos? Pues sinceramente, tomarnos unas cervezas y echarnos unas risas.

Anónimo dijo...

Servidor padece la maldicion de que siempre que expresa ideas de este tipo me toman a broma, pero son un individuo cada vez menos demócrata, lo cual en esta época en la que el talante ha reemplazado a los contenidos es un autentico anatema. No se crean que el camino fue fácil: Para llegar a este convencimiento hube de cuestionar los postulados del que durante un tiempo consideré uno de mis guías intelectuales, el señor, Rousseau, pero es que por muy cómodos que resulten sus postulados la cosa no se tenía en pie. Porque si cuando nos aqueja un dolor de tripa lo sensato es acudir al especialista correspondiente, en lugar de irse a la Puerta de el Sol a realizar una encuesta con las recomendaciones de los viandantes, en el caso de la gestión de mis impuestos (a qué negarlo, única función para la que sirve la política a día de hoy) desearía (y por favor contengan la risa) una suerte de Comisión de Ilustrados Millonarios (lo de millonarios es por suponerles un menor ánimo de lucro; aquí si pueden reirse a carcajadas). Total que si ya habitualmente discrepo de las expulsiones de Gran Hermano ni les cuento lo que pasa por mi cabeza el día de las elecciones generales. Ale! ya pueden empezar a llamarme facha y con la monserga de quién vigila a los vigilantes que estoy muy bregado en tales lides...

Raquel Márquez dijo...

Jajajaja, te entiendo, Mario. Lo que dice Antonio... Es verdad que el ánimo relativista parece llevarnos a (o ser consecuencia de) una actitud algo pasiva en la gestión común de las cosas. Para decidir, quejarse, proponer, hay que tener cierto… empuje, cierto convencimiento de que lo de decimos es verdad. Pero creo que es más fácil encajar un sistema democrático en una población si ésta tiene una sensación de fondo de que la verdad política no está "ahí fuera" sino que está entre todos, que es una creación de todos, cambiante, dependiente de los objetivos que busquemos, de las necesidades que tengamos, de los recursos materiales con los que contemos...

Ah, y aclaro: para mí el relativismo no es el "todo vale", claro, es sólo una especie de moderación que me lleva a darme cuenta de que lo que yo quiero para el país, o el mundo, sólo será moral si lo quiere la mayoría necesaria. No hay nada inmoral per se: para mí, todo es cuestión de mayorías. Eso es un relativismo bastante radical, lo sé... todo lo radical que puede ser reconocer la propia subjetividad.

Anónimo dijo...

de verdad que lo único que vale la pena es coger al dichoso arbolito y prenderle fuego...qué asco de bosques...

Anónimo dijo...

uff! yo no mucho creo en verdades absolutas, de hecho si que creo en que todos tenemos un poco de verdad y que si juntaramos la pequeña verdad de cada uno juntaríamos una gran verdad absoluta (quizás), pero las verdades absolutas llevan a la intolerancia, y la intolerancia a la violencia, a la guerra y al odio entre hermanos!

Y yo os quiero mucho a todooossss!!

Raquel Márquez dijo...

Ahí tá, Inachín, eso digo yo. ¡La verdad innegable y absoluta es la suma de todas las verdades pequeñitas de cada uno!
¡Y buen rollito, amor y cañas para todos!! ¡Tengo el corazón contento, el corazón contento, lleno de alegriiiiaaaa...!

Raquel Márquez dijo...

Jaja, ya sabía yo que ese falso amargado tan gracioso era el Gato...

Anónimo dijo...

felicidades! que ya eres mayor!

a ver si esta noche después del concierto nos pasamos a tirarte de las orejas...