21.12.05


Desobediencia civil, sablazos, crucifixión y planchar la ropa

Acabo de terminar este librito que me regaló Mario. Aunque tenía tres o cuatro regalos más para leer, eran mucho más gordos (menos lo de Carroll, ¡pero tiene fórmulas!)… y además a mí se me gana fácil con un título que incluye “desobediencia”, ya he dicho que tiendo a pensar a la contra…

Con Sexus todavía en la cabeza (“siempre pensando en lo único”, diréis) lo que más me ha interesado de Thoreau es su individualismo y su “egoísmo-bien-entendido”. El otro Henry hablaba con todo detalle en varios libros de su talento para sablear a amigos y conocidos. Ellos la mayoría de las veces aflojaban de buena gana, para sentirse bien consigo mismos o simplemente para recompensar la compañía de alguien que se esforzaba en divertir a todo el mundo a su alrededor (y que solía devolver sus préstamos, no está de más aclararlo).

Esto de sacarle dinero a la gente, que a Elena le hizo desconectar –comprensiblemente, creo yo-, a mí me atrajo más que otras cosas más poéticas o especulativas de Miller. Un conflicto moral siempre te hace aprender algo nuevo… ¿Y no será que es perfectamente ético y razonable pedir dinero y darlo así porque sí? ¿No será que la idea del sableo nos revuelve algo dentro sólo porque tenemos demasiado asumida la moral del trabajo y del sacrificio, la ética de la productividad que tanto le preocupa a Mario? ¿Y si yo consigo con gracia que la gente a la que caigo bien me dé dinero sin trabajar… eso no es un ejercicio de libertad tan precioso como cualquier otro para ambas partes? Si eso nos supone un conflicto quizá es porque nos han dicho que la vida cuesta (dinero), que la vida (= el dinero) exige siempre un trabajo penoso e insatisfactorio, que la vida no es “perder el tiempo” mirando el paisaje o charlando con los amigos sino acumular (experiencias, datos, dinero), competir, ganar (dinero)… Con este clima alrededor, es normal que llamemos egoísta a alguien tan sincero y humilde como para pedirnos que subvencionemos su vida. Y tan simpático como para conseguirlo sin que perdamos la sonrisa.

Y Thoreau, aunque muy diferente a Miller, tiene algo básico en común, ese individualismo, ese egoísmo asumido. Hay afirmaciones en que está especialmente claro:

A mi modo, en silencio, le declaro la guerra al Estado, aunque todavía haré todo el uso de él y le sacaré todo el provecho que pueda, como suele hacerse en estos casos”.

Es decir, no tengo por qué aceptar por entero un sistema que me beneficia sólo en parte. Cojo lo que me interesa y lo demás no sólo lo critico sino que lo desobedezco. Esto es fundamental, pero de nuevo la ética del sacrificio judeo-cristiana (y no acuso a nadie, porque siempre hablo de mí) nos puede hacer torcer el gesto ante una declaración directa como ésta. Todos sacamos provecho, todos nos beneficiamos en algo del sistema. La forma de diferenciarnos sólo puede venir de un heroísmo directo –hacernos violentos si hace falta, o sacrificarnos pero con nuestra vida, nuestra propiedad, nuestro trabajo, no sólo con palabras- o del reconocimiento de los hechos: es cierto, no soy un salvador, sólo soy un charlatán, pero al menos no haré el juego a mis enemigos. En esta segunda postura se planta Thoreau:

Por supuesto, no es un deber del hombre dedicarse a la erradicación del mal, por monstruoso que sea. Puede tener, como le es lícito, otros asuntos entre manos; pero sí es su deber al menos, lavarse las manos de él. Y si no se va a preocupar más de él, que, por lo menos, en la práctica, no le dé su apoyo. Si me entrego a otros fines y consideraciones, antes de dedicarme a ellos, debo, como mínimo, asegurarme de que no estoy pisando a otros hombres. Ante todo, debo permitir que también los demás puedan realizar sus propósitos”.

Mucho mejor explicado que un simple “vive y deja vivir”, que se puede interpretar, como hicieron tantos hippies, como mera tolerancia pasiva, algo opuesto a Thoreau (que no necesariamente a mí). Por esto que dice, se negó durante años a pagar unos impuestos que se destinaban a hacer la guerra y a mantener la esclavitud en su país.

Qué mal se nos da eso en Europa, me refiero a reconocer que nuestra vida no es casi nunca un sacrificio, que, nos guste o no, casi nadie da su vida por los demás, que vivimos pensando en nuestra propia alegría. Porque no queremos, porque no nos acaba de parecer justo vivir con esa carga casi inhumana encima. Porque, como en mi caso, ni siquiera nos parece ético, la mayor parte de las veces, ayudar a los demás a través de la renuncia de uno mismo. Jesucristo quería dar una lección con su muerte, y para mí la peor de las que dio es ésa, la del sacrificio. Yo creo en predicar con el ejemplo, ¿y es que él quería que nos sacrificáramos todos? ¿Es ése el modelo de vida más ético, morir? ¿Ésa es la mejor moral, renunciar al fin de la ética, a la felicidad, y aun a la supervivencia? ¿Para quién se sacrifica uno, qué ganamos los demás? Como decía Patti Smith, Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos. Si te sacrificas, si crees que el fin de tu vida, como creyó Jesús, es erradicar el mal, te estás situando por encima del resto de la humanidad: “para que vosotros comprendáis tengo que morir yo”.

No creo que el propio Jesucristo esperara tras su muerte una santidad parecida a la suya de nosotros, pobres seres a los que Dios tiene que perdonar con infinita paciencia una y otra vez porque “no sabemos lo que hacemos”, porque no somos responsables, somos niños o estúpidos. Lo único que consigue la idea del sacrificio es que nos sintamos culpables... Jesús en la cruz es como una esposa abnegada que grita su infelicidad a los cuatro vientos planchando la ropa de su marido, cuando es libre de sentarse a leer o dar una vuelta o hacer un amigo. Haber huido, hombre, como hizo Henry Miller cuando estalló la guerra. Predicar con el ejemplo, predicar con el ejemplo.

Había destacado muchos párrafos preferidos de Thoreau, pero sería aburridísimo. Dejo ideas para otro día. Hoy me gustaría hablar de una última cosa. Mario, que lleva tiempo dudando de la democracia, me regaló este libro porque está relacionado con cosas que yo he dicho aquí, y llego a una conclusión interesante. En la disyuntiva que planteé entre Verdad y Democracia, si Mario sigue hoy en la órbita de Thoreau, me parece que se queda más bien con la Verdad.

Es cierto que yo creo en una verdad no muy diferente de la de Thoreau, y seguro que muy muy parecida a la de Mario: creo firmemente que hay que vivir buscando la felicidad propia y haciendo el menor daño posible a los demás (con “posible” soy literal, hay daños que me parecen inevitables, pero desde luego no son los derivados de tu puesto de trabajo o de otras cosas elegidas libremente, sino de los sentimientos de los demás hacia ti, por ejemplo. Si alguien sufre porque me quiere o me odia, puedo amortiguar el daño pero difícilmente evitarlo manteniendo mi libertad. En casi todos los demás casos, cada pequeño daño es por entero responsabilidad mía y un pecado, incluso). Pero hasta esta verdad es un acto de fe, no la creo absoluta. Aun pareciéndome casi obvia la someto a "las urnas”, a la mayoría “democrática”, así que yo elijo Democracia, supongo que porque confío en que el 99 por ciento de la gente comparte más o menos esta opinión (aunque no la pongamos siempre en práctica, claro)…

13.12.05

No puedo evitar generalizar cuando me ducho

Sobre todo, recordar las uñas de los pies. Ayer se me olvidó, siempre me pasa. Joder, sí que están largas, menos mal que follo con calcetines, je, je. Se me va a olvidar otra vez. Soy tan despistada… Bueno, los despistes tampoco son importantes, ¿no? Conozco a gente despistada que es muy lista… Definitivamente: los despistados no somos tontos. O no tenemos por qué ser tontos. Todo el mundo es tonto. No, esto no, qué chorrada.

A ver el agua… Mira, atiné a la primera, temperatura perfecta. Qué relax. Vaya palabra fea, “relax”. El castellano se está corrompiendo. O algo así. Además, no estoy nerviosa, así que esto no es una típica “ducha relajante”. Estoy relajada todo el día.

Estoy enamorada. Sí. Qué bonito. ¿Él está enamorado? Conmigo no usa mucho esa palabra, pero se lo dijo a Julia, ella me lo dijo: “Le pregunto: estás muy enamorado, ¿verdad? Y me dice: sí, mucho”. Ahí lo tienes. Estás enamorado hasta el cuello, chaval. Llámalo como quieras. Estamos los dos e-na-mo-ra-dos. Es simétrico, yo de él y él de mí. Así es como tiene que ser. El Amor es eso, esa simetría, dos complementos perfectos, creados el uno para el otro. Pero qué digo, no, el amor se entrega sin más, y yo parece que esté pidiendo algo a cambio. Joder, siempre pidiendo, pero de qué coño voy…

Él sólo da. El lo hace todo bien. Los hombres son más buenos que las mujeres… no, no más buenos, pero más directos, más sinceros… bueno, no todos, pero él sí. Él es Perfecto. Al menos es perfecto para mí en todo. Es lo que yo necesito... Ya estoy siendo egocéntrica otra vez.

Un poco más de acondicionador. El otro día quedó encrespado y es porque puse poco. Hala, no tanto… Bueno, mejor arrepentirse de haber hecho algo que de no haberlo hecho. Ja, ja, si hay un contexto en que eso carece de todo sentido es éste. ¿”contexto”? A ver si dejo de leer filosofía postmoderna, ni en la ducha paro, ja, ja… Mira con Amanda ayer acompañándome a casa. Le digo: “no puedo evitar generalizar cuando me ducho”. Se carcajea y me dice: “quiero hacer una película en la que salgas tú diciendo eso”. Viniendo de ella es una preciosidad de frase. Ahora me voy a acordar de eso cada dos por tres cuando me duche. Ya ayer cuando me lo dijo sabía que iba a estar pensando esto ahora. La vida es un Eterno Retorno.

Comprar toallas nuevas, ésta rasca cada vez más... Qué bien conocer a Amanda. Está claro que tenía que suceder, me la tenía que encontrar en la vida. No, eso sí que no, el Destino no existe. O en cualquier caso, no existe aún, aún no es. Y cuando exista dejará de ser Destino, será simple presente, como todo. Nada está escrito.

Coño, me he puesto los zapatos y no me he cortado las uñas. Pues ya paso, mañana será otro día. Estoy tonta, joder.

11.12.05


Al principio, pensaba simplemente en poneros esta página, mi favorita de los Cuentos de la Estrella Legumbre. Para mí el arte es esto, una imagen, o unas palabras, o las dos cosas, que te sacuden, dándote la sensación, posiblemente ficticia pero tan importante en la vida, de ser otra persona a partir de ese mismo momento. Me ha vuelto tantísimas veces a la cabeza ese teatrillo de pesadilla que se parece tanto al mundo real… Cuando leo algunas de las cosas de Olivares me parece que está hablando de mí y de gente que conozco… Yo creo que es porque de alguna forma está hablando de él y de gente que conoce, y eso acaba siendo en todos los autores que me emocionan lo mismo que describir la “naturaleza humana”. Capta tan al vuelo esas pequeñas grandes verdades que sentimos todos en algún momento…

Esta página me provoca el mismo efecto que los pasajes clave de El lobo estepario. Cuando lo leí, y también con Demian, pensé que era increíble que alguien hubiera hablado tan fielmente de mí, que sin conocerme se hubiera referido tan directamente a mí. Luego, hablé del libro con tres, cuatro personas, y habían sentido lo mismo… Al principio hay que confesar que fastidia. Nos gusta pensar que nuestro sufrimiento es único, que formamos parte de esa antiélite marcada por el signo de Caín… Soy tan inteligente, tan autocrítico, tan especial, que esa es la explicación de mi dolor. Pero no, el dolor es tan estúpido como el placer y la alegría. Y como parece que dice Javier Olivares, el daño que nos hace nuestra cobardía es una de las causas, o quizá la única causa universal, del Mal. Al final, ver que no eres la única es una satisfacción: puedes abandonarte sin miedo a la admiración absoluta de ese autor que ha sido capaz de explicarse tan sinceramente que ha englobado a toda la humanidad en su primera persona sin apenas darse cuenta…


Todo eso fue al principio. Luego he visto esta otra página y he tenido que ponerla también. Me he acordado, ya gráficamente, sin símbolos ni filosofía ni nada de nada, de Elena, Abel, Miriam, David P., LuisDoe y El Pico, todos riéndose con ganas y comiendo patatas fritas a las dos de la mañana (que rima con Juana Banana), y eso es algo que hay que homenajear. Así que ahí tenéis. Se la dedico especialmente a El Pico, al esdrújulo Pico de Oro, jaja… Con mensajes así al móvil puedes justificar tu ausencia en cualquier evento. Que me muero y pasas del funeral, redactas un mensaje de ésos y lo pones ahí en la tumba cuando pases por casualidad. Me estaré riendo hasta la siguiente reencarnación por lo menos…

2.12.05


Por qué no me gusta Match Point

Hoy abro solemnemente la sección de cine de El ser es con mi opinión de la última de Woody Allen, un tío que me debe de imitar bastante porque la gente nos compara a menudo... De hecho, por la calle he tenido más de un problema: cuando llevo el pelo corto, me gritan cosas como "pederasta" y "sucio ateo". Me lo merezco por gafapasta (coño, si rima con pederasta...) y por Pequeño Tommy, que para eso lo de Tommy me viene de un chiste que salía en Manhattan...

Que me disperso. No me gusta Match Point por muchos motivos. Lo primero y fundamental son los personajes. Cada uno está definido en pocos rasgos, por no decir uno solo: hay una chica sexy, algo mujer fatal pero sin enjundia, otra chica dulce, una madre rica manipuladora, un padre rico manipulador, y así cada personaje, que son pocos. La pobre Johansson creo que se perjudica con este papel, bastante se había limitado ya a hacer de bombón. Yo creo que hay grandes películas con secundarios simples -no es que esté mal de por sí que un personaje sea sexy y poco más-, pero para mí no hay grandes películas con protagonistas simples. Incluso si supliera eso con una trama o unos hallazgos formales sorprendentes, que no me parece el caso aunque haya un par de giros de guión muy ingeniosos, no me parecería una gran película.

Yo voy al cine o a emocionarme o a divertirme o las dos cosas. Y ésta no me emociona porque no me importa lo que les pase a los personajes y no me divierte porque las situaciones y los diálogos por momentos me parecen hasta malos (lo del primer encuentro entre el prota y la sexy es que no tiene desperdicio: de hecho, creo que la cosa chirría cada una de las veces que se encuentran). Con deciros que hasta me pareció predecible en general (no en el desenlace, claro), cosa que nunca me ha pasado con Woody Allen a pesar de sus muchas constantes reconocibles...

El conjunto me resulta artificial, frío... creo que es a propósito para hacer algo diferente, pero me quedo con cualquier otra de las películas que he visto suyas, cualquiera. Porque a mí lo que me encanta de él es que se le vea el cartón, que ponga sus problemas, su visión particular de las relaciones, sus gustos... Creo que se ha divertido intentando que no se reconozca su estilo, y esa es otra razón por la que no me gusta Match Point: Es una película chula para después de comer, pero comparada con cualquier otra de Woody Allen... que me devuelvan Delitos y faltas o hasta Bananas (como "obra cinematográfica" será irregular, pero ese humor sólo lo puede hacer él, mientras que una peli interesante y correcta como Match Point la podía haber hecho cualquier buen director).

30.11.05

Más sobre lo del puto árbol

Es incoherente creer en verdades absolutas y defender la Democracia. Los "absolutistas" pueden ser moderados en política porque, afortunadamente, no suelen creer la mayor parte del tiempo que poseen en primera persona esa verdad objetiva; eso posibilita la convivencia con ellos... Pero un absolutista que además sea enérgico defendiendo su propia opinión corre el riesgo de caer en la tiranía, como aspirante a un poder tiránico, y también como admirador (esclavo) de un poder así, si proclama verdades parecidas a las suyas.

En la práctica, generalizando mucho, me parece coherente que el absolutista sea un romántico político más que un moderado dialogador; este absolutista ideal no querría decir sólo: "hay CIERTAS verdades que lo son aunque nadie estuviera de acuerdo", sino algo mucho más peligroso: "ESTO que YO digo es Verdad para todos aunque sea impopular". Cuando despreciamos por principio a las masas de gente que hace algo que nosotros no haríamos, como ver ciertos programas de la tele, ir a un partido de fútbol (si no nos gusta el fútbol) o copar, aprovechando que es gratis, el aforo de un concierto que sólo a unos pocos nos interesa mucho, por ejemplo, estamos dejándonos llevar por nuestra parte más absolutista. Si llevásemos esa actitud a las últimas consecuencias tendríamos que simpatizar con ciertas políticas totalitarias...

Lo que quiero decir es: ¿cómo puede un pensador valiente sentirse en posesión de una verdad objetiva y no desear inmediatamente hacerla universal por cualquier medio? Quien cree que lo que tiene en la cabeza no admite ninguna discusión, que no depende de ninguna mente humana, debería lanzarse a una orgía de violencia si es necesario y no rendirse hasta imponer su visión en el mundo entero. En estricta lógica, el auténtico religioso tendría que hacer de su vida una matanza justiciera, tendría que eliminar fríamente uno a uno a los enemigos de su doctrina.

Si hay una verdad absoluta ésta será compatible sólo con algunos comportamientos, sólo con unos estilos de vida, con ciertas opiniones y no con otras (a no ser que sea una verdad de bien poca importancia) y, en consecuencia, si la descubrimos habrá que abolir la democracia... A no ser que creamos que es correcto actuar dando la espalda a la verdad.

26.11.05

Marina

Pasaba cada día a primera hora de la mañana por aquel escaparate camino del trabajo. Era un restaurante gallego del centro que exponía en enormes peceras oscuras sus últimas adquisiciones del mar. Solía detenerse un momento a contemplar el extraño espectáculo de centollos, cangrejos o sepias, tan quietos que parecían vivir en otro mundo, muy lejos de las piedras de colores que veían sus ojos negros e inexpresivos, ausentes de su pequeña realidad material de cristal y agua. Al dejar atrás el restaurante solía imaginar, aún inmersa en la superstición de los sueños de la noche, la vida interior de aquellos misteriosos animales condenados a una muerte tan cercana y prosaica. A veces le parecía que aquel estado de inmovilidad sólo podía deberse a la consciencia, a la sabiduría del que acepta su propio destino: podían ser peces pensadores, aislados en algún ritual de meditación. Eso explicaba que no parecieran percibir a los demás en la pecera... Otras veces tenía una sensación casi opuesta: contemplaban lo que tenían frente a sí con tal intensidad, con tal arrobamiento estético, que no necesitaban explorar nada más: eran artistas perdidos en los detalles de una esquina concreta o de una planta de plástico en particular, y recogían sus impresiones emocionadas para alguna vida posterior en que pudieran plasmarlas. Y según sus preocupaciones del momento la sensación variaba: eran políticos conservadores desengañados del presente que revivían continuamente sus recuerdos; eran románticos enamorados abandonados por su amor; eran realistas hastiados de una vida sin magia...

* * *

Hacía casi dos meses que Marina estaba triste. Estaba triste cuando se levantaba de la cama –y ese era un momento tan duro que intentaba postergarlo hasta la tarde los días que no trabajaba—, estaba triste cuando cocinaba y cuando comía –así que cocinaba poco y comía mal— y estaba triste cuando se duchaba: desnuda se sentía siempre como una niña vulnerable y el agua caliente en invierno la relajaba y se mezclaba maternal y limpia con sus lágrimas calientes. Así que Marina, hasta entonces más preocupada por otras cosas, empezó a pensar en sus sentimientos. Y empezó a envidiar a los mariscos, que le resultaban ahora seres estoicos, libres de visiones de futuro, de pensamientos viciosos... de los dolores del corazón.

* * *

Aquel día era martes. Era un día gris de febrero y hacía frío. Marina pasó como todas las mañanas por el restaurante gallego. Esta vez se paró un tiempo algo mayor de lo normal y vio una gran cigala pegada al cristal más próximo de la pecera. Al principio fue como todas las demás veces; sintió que era una mera espectadora y que no podría nunca desentrañar aquel misterio, pero en lo que a ella le pareció un instante sucedió algo asombroso: supo que la cigala estaba mirándola. No sólo viéndola, sino mirándola. Fijamente, consciente de su presencia. Marina la miró a su vez, sin tiempo de sorprenderse, y quiso preguntarle con la mirada todo lo que le había rondado la cabeza sobre ellos: “¿quiénes sois?”; “¿qué sentís?”; “¿qué secretos conocéis?” Por supuesto, la cigala no respondió. Ni siquiera se comunicó con sus pequeños ojos sin fondo. Y, sin embargo, Marina comprendió. Comprendió el negro de los ojos de la cigala y el mundo fue ennegreciéndose. Comprendió el azul tibio del agua y el mundo fue acuoso. Comprendió la corta vida animal sin libertad y sin miedo y se sumergió en ella. Dejó atrás el dolor de la superficie, su nombre, su pasado de luces y sombras, y se inundó del neutro presente de penumbra de la pecera. Sucedió sin más y cuando todo hubo pasado no quedó espacio para pensar en ello porque las cigalas no piensan.

* * *

Yo soy ahora ella, soy Marina. Pensé en llamarme de otra forma pero me resulta difícil escoger otra palabra. Aún no soy muy buena con las palabras... Mi vida ahora es muy diferente, mucho más grande y más difícil. Recuerdo esa sensación de plenitud sin pensamientos y de temperatura constante, pero cada vez es más lejana. A veces, en sueños, siento aún que me ahoga el aire de este mundo seco y gigantesco... Me ha sorprendido caminar por la calle, nadar con un cuerpo humano, abrazar a otros... Pero todavía no soy una persona, no puedo sentir el hermoso sufrimiento que leí en sus ojos. ¡Estoy ansiosa de encontrar algo por lo que sentir tan intensamente...! Quiero vivir. La vida tan compleja y rica en este nuevo universo compensará el sufrimiento... supongo.



(Dedicado a Cortázar, por afectarme tanto que le plagié casi sin darme cuenta. La idea central de esto es del cuento Axolotl. Lo había leído hacía un tiempo y fue simplificándose y mezclándose en mi cabeza hasta que creí que era idea mía y decidí escribirla...)

21.11.05

Sexus...

Por si fuera poco lo que puede exaltarme cada una de las palabras que escribiera Henry Miller sobre cualquier maldita cosa, hace quince minutos voy y me encuentro en Sexus (además de otras tres mil ideas y sensaciones que identifico conmigo o con otras tres mil cosas que me han marcado de otros libros) estas líneas:

“¡Cuánto detestamos reconocer que nada nos gustaría tanto como ser el esclavo! ¡Esclavo y amo al mismo tiempo! Pues hasta en el amor el esclavo siempre es el amo encubierto (…) Pero, si son capaces de lanzarse el uno sobre el otro al mismo tiempo y con audacia, sin ocultar nada, entregando todo, si se reconocen su interdependencia mutua, ¿es que no gozan de una gran libertad insospechada? El hombre que reconoce ante sí mismo que es un cobarde ha dado un paso hacia la superación de su miedo; pero el hombre que lo reconoce con franqueza ante todo el mundo, que te pide que lo reconozcas en él y se lo disculpes al tratar con él, va camino de convertirse en un héroe”.

Yo, en el cuarto párrafo de aquello de “CIORANIANA (I)” (lo colgué el 8 de Noviembre) también estaba hablando de amor, claro. De amor y de amistad. El tono rancio de lo mío, tan lejos de la vitalidad arrasadora de todo lo que he leído de Henry (para mí es mucho más Henry que Miller), se explica porque cuando lo escribí sentía que no tenía esa felicidad de poder entregarme. Era más un problema mío que de los demás, como siempre en la vida.

Ahora… me siento casi tan héroe como Henry Miller.

Tono de melodrama sensiblero de sobremesa: Gracias por todo, Henry, estés donde estés.

17.11.05

Escritura semiautomática, capítulo 2 (en el que el conde de Viñadiós descubre a su hija virgen asesinada por el mayordomo)

abre la boquita ésa catalana que tienes y prepárate a recibir con honores la lengua inoculada de pega, corta y chapa dulce, savia de un bosque perfumado de pringue magenta fastuosamente rimada con barrocos arreglos y bongoes del nepal (leña al mono y más allá), colores primarios pigmentarios buscando sólo la ilusión sensorial de una estrofa de rubén darío... interrogaciones me dicen que he de pasar a publicidad: ¿podré mantener la ambigüedad por mucho tiempo? ¿caeré a la red en cambio tras caminos encharcados de pasajes facilones literariamente inválidos, escuálidos, anhélidos, ripiando...? ¿puede alguien POR FAVOR sacarme de aquí?

sólo se escuchan acordes de plástico en el ambiente enrarecido de letras y palabras, sólo la sorpresa sorbe tu psique embadurnándolo todo de nuevo y llevándote de la mano al caos primogénito, el segundo caos lo hemos encargado para mañana pero viene con defecto de cuna. bebés, madres, mamá: otra vez tú... pequeños cabritillos, mirad mi patita blanca bajo el puente de vallecas, acabaré trabajando en un estanco si no me muero de sífilis intelectual aguda. baila la lambada y vuelve a leer la náusea con otros pies, chusma universitaria, rosa-rosae, etc.

repetición repetición. cristo de metacrilato recorre en una zancada sobre ruedas de galera la calle que baja a los andenes laterales mientras un gitano bajito más gordo que si comiera y con tres años a lo sumo recita el corán por error con el repiqueteo del gong de una maruja asomada a la ventana. andaluces... qué sabrán ellos si viven con el plato de cerámica por movimiento estético y una pared blanca por fondo folcklórico, pero ya he dicho olé. ¿y qué me decís de las fallas? estoy al parecer indignadísima.

tu risa floja espolvoreada con figuras geométricamente inestables, alcohólicamente tuyas, sinceramente, vuelvo a sentir arcadas. primero la boca y luego la cabeza, como en todo buen empate a altavoces con el mareo propio, saber es a veces el caballo de troya del aturdimiento matemático. sencillas hurdes traman argumentos de blanda pegajosidad: aún no ha pasado nada pero señores no se vayan sin aspirar mi estómago soltero y sin compromiso. bríndenme hasta el tuétano, siempre me hace suspirar en la noche sombría cuando voy por el séptimo intento de abrazar la religión y comerla lentamente en salivajos espumajeantes de burbujas sónicas.

sangrar un torrente de oxidadas problemáticas sesquipedalistas y sudar todo el prejuicioso miedo a los estallidos... disfrutar sin más ambiciones que todos los vitriólicos ladridos anteriores al homo erectus. esa inconstante búsqueda del sueño del sentido, esa rumiante apariencia porcina de proporciones cósmicas, esa sociedad espectáculo inimitablemente esbelta. soy la mc filosófica, cabrones, morded el polvo ante mi sátira surrealista y mis zapatillas converse, admirad mi break dance cuajado de instantáneas freudianas grandes y brillantes como un dildo de chocolate. el puto emporio de la super-raki tris-trash en el barrio de mi ordenata electrónico, mamad hasta reventar de la gran mc que os derretirá con su ácida eyaculación femenina y os consumirá en el vacío negro de su garganta asesina, nichos con bichos, qué fuerte la muerte... y toma y toma, osito de goma, waw!

¿por dónde íbamos?
psicodelia y yo estuvimos ayer en el centro comercial. cuando se estaba poniendo todo cada vez más feo, con rechinantes monosílabos en un loop continuo de hilo musical, conseguimos enzarzarnos el uno al otro separando nuestro espectro vespertino de las baldas geométricamente vacías. un señor vigilante de seguridad sacó un estilete y trinchó un pavo sintético ante nuestro monumental ensayo de azoramiento occidentalizado: no quería creerlo al principio pero hete aquí que era un capitalista emulando a morrisey, montado en una caballería entera, como canadiense pero en la baja escocia de los grandes charcos de arenilla. cuando yo por mi parte quiera disfrazarme lo haré mojándome la planta de los pies de una idea abstracta o dos y sobrevolando carnets del partido como paloma en celo, oteando un orizonte que echó la hache fuera some years ago. a veces reflexiono entre comillas y eso me da mucho gustito porque increpo con más densidad a las vistas que más se lo merecen tras hacer delicadamente la cuenta. joder, ¿sabes de lo que te estoy hablando? no has entendido nada, ¿verdad? puta putísima monjil, qué asco, qué asquísimo me das. ooj...

vayamos por partes. lo primero es: ¿desde cuándo está escuchando? ¿oyó usted los ramalazos de horterada anfetamínica? ¿intuyó el renovado ímpetu de mi revólver apuntando a mi propia autocabeza? de ser así he de invitarle a abandonar la operativa madura de traje de corbata en que nos encontramos actualmente: ¡¡a tomar viento, cagoendiós!! como pueden ver en este proyector de jacintos que hemos arrecolocado sin mangas en medio de la sala de guirnaldas el esquema de acciones comunes se enriquece con subconjuntos de traumática vestidura. formaremos equipos en escuadrón de tristeza, comandos con enfoques destructivos del super-yo y del mega-tú, compañías en tanques de depresión buscada en el corte de yugular acomodaticio... dominaremos así todo el sistema de cámaras de inseguridad en un circuito cerrado de no me odies por favor. una vez hecho esto recapacitaremos sobre cómo intercalar cabreos entre diferentes sistemas de estrellas llegando a un susto y echándonos atrás un par de veces sin por ello cuestionar la utilidad de las armas de nacimiento masivo.
¿alguna pregunta?

¿Nadie me lleva la contraria? ¿No hay nadie que piense que hay cosas que son verdad aunque no las conozcamos? ¿Serviría de algo ponerme desafiante...?

...Vamos, que sé que estáis ahí, no os escondáis... no hay valor, ¿eh?

14.11.05

Calma, calma, todo es relativo

[Por la presente, cuelgo un textillo relativista. Habrá más de este tema, pero aparte de que se me está derritiendo el cerebro después de todo el día escribiéndolo, creo que es más comercial por entregas, jeje... Me encantaría que me llevarais la contraria o que me pusierais en un aprieto con preguntas; así voy contestando en los comentarios o en otra entrada y dialogamos. Aprovecho para saludar a Miguel Brieva ;-) ]

Es sorprendente constatar hasta qué punto, en la lucha relativistas-"absolutistas", los últimos siguen teniendo más respeto de la mayoría de la gente. Absolutista en este sentido -creyente en verdades absolutas- puede serlo un ultraconservador o un anarquista. Esta mayoría de gente presupone que, opine lo que opine uno, al final hay una Verdad o Verdades que no hay que cuestionar, independientes, superiores o incluso anteriores respecto del ser humano. Para ellos puede haber sin contradicción un sentido de la vida más o menos concreto válido para todos, aunque algunos (o todos) no lo puedan comprender o estén directamente en contra.

Pero cualquier sentido de la vida o sistema de valores en general se basa en verdades. ¿Y no es toda verdad una idea, un resultado del pensamiento que los seres humanos consideramos correcto? ¿Creer en una verdad que no depende de las personas no es como creer que puede haber un pensamiento antes que un cerebro?

A esto muchos responderán que hay hechos que son verdad aunque ningún ser humano tenga conocimiento de ellos. Pongamos el típico ejemplo de un árbol que cae en medio del bosque sin testigos. Acepto que la caída de ese árbol es verdad en muchos sentidos aunque nadie la experimente. Cierto que para mí si ningún animal se viera afectado en nada, ni en ese momento ni después, por ese hecho sería dudoso llamarlo siquiera hecho real: ¿una realidad sin seres vivos que la percibieran...? Quizá habría que llamarla de otro modo, porque ya no tendrían sentido las contraposiciones realidad-sueño, realidad-efecto engañoso de los sentidos, etc. Pero sin entrar en este nuevo problema lo que está claro es que el árbol cae, que hay hechos físicos que se están produciendo aunque nadie lo sepa. Para entendernos, a este tipo de fenómeno no lo llamaría yo verdad propiamente dicha, sino como mucho hecho real, aunque insisto en que llamarlo verdad tendría lógica en una acepción concreta de la palabra que yo creo que podemos separar perfectamente del resto y olvidarnos de ella.

De hecho, en esta acepción es tan obvio que el árbol cae "de verdad" (provocando lo que en un sistema auditivo daría como consecuencia un sonido, en la vista una imagen, etc, si hubiera testigos) que no significa nada preguntar de modo desafiante a un relativista algo parecido a esto: "¿Si se cae un árbol puedes negar acaso que es verdad que se ha caído aunque alguien opine lo contrario, aunque alguien opine que está en pie? ¿Eso no sería verdad de por sí, incluso aunque nadie lo hubiera visto, aunque nadie creyera que sucedió?" Estas preguntas me las han hecho mil veces de diferentes formas cuando me pongo a presumir de relativista, pero es que no significan nada, os lo prometo, están basadas en una obviedad. Fijaos; a eso que pregunta alguien, a quien llamaré Juan, por ejemplo, yo podría contestar algo como esto:

"Claro que el árbol cae, porque tú me lo acabas de decir, me has dicho que el árbol cae y que nadie lo ve. El árbol cae es una premisa en tu frase, me lo has asegurado, así que te creo. Lo que no entiendo es cómo podrías saberlo tú, Juan, cómo te hubieras enterado de que el árbol se ha caído si de verdad nadie lo hubiera visto... Si lo dijeras como testigo y fueras el único que estaba allí podría creerte porque eres mi amigo y me pareces un tío inteligente, pero si lo hubieran visto más personas y algunas hubieran interpretado, por ejemplo, que está medio-caído, o que sólo se ha tambaleado... Entonces para saber la verdad, o arriesgarme a creer alguna verdad al respecto, necesitaría hablar con esos otros y comprobar quién estaba más cerca, quién había bebido menos alcohol, quién tiene menos dioptrías de miopía... Ese tipo de cosas. Si en cambio lo que pasa es que nadie lo ha visto y que nadie verá ninguna huella de ello nunca... Entonces prefiero no tenerlo en cuenta como verdad, no tengo motivos para creerlo".

Ya sé que eso sería reírme un poco de Juan, porque con esas preguntas no está hablando de él y de un hecho concreto que él creyera verdadero. Su posición es otra, la de una especie de conocedor omnisciente. Me explico. No dice que un hecho concreto sería verdad si él lo creyera verdad y nos diera sus motivos (eso es a lo que tendría que limitarse un humilde relativista, a explicar su verdad e intentar convencer al resto), sino que en su hipótesis presupone desde el principio, como premisa no asociada a su persona ni a ningún otro ser, que es cierto que "el árbol ha caído"; él presupone que se ha dado un hecho, aunque alguien opine que es falso (o incluso aunque nadie lo haya percibido). Bueno, pues en este caso lo que está diciendo (recordemos a dónde quiere llegar: a la conclusión de que ese hecho es una verdad absoluta) es obvio y carente de contenido. Veréis. Si no es él, Juan -un mero individuo que se puede dejar llevar por sus debilidades o sus preferencias- quien me dice que el árbol cayó, sino una especie de conocedor que lo sabe todo (única manera que se me ocurre para que eso sea una verdad sin necesidad de que Juan ni ningún otro individuo lo afirme ni lo piense), entonces sería de idiotas dudar de ello. Aquel posible alguien que opinara lo contrario estaría equivocado por principio... Si el fenómeno se ha producido y estamos seguros, el razonamiento por el que los absolutistas llaman verdad a ese hecho innegable es una estupidez que no conduce a nada: "Si el árbol cae, es verdad que el árbol cae". Si eso es así, eso es así... LO QUE ES, ES.

Como no aporta ningún dato nuevo, este razonamiento es inútil. Y esa verdad, la de que el árbol se ha caído sin que nadie se entere, si no se nota, si no puede demostrarse ni afectar a la vida de alguna persona -o de algún animal, si los consideramos a un nivel comparable-, tampoco sirve para nada. Si el árbol ha caído pero no hay forma humana de saberlo porque a nada humano afecta (si nos afecta en algo tendríamos pistas), pues bueno, se habrá caído, pero me da igual. Si se cayeran uno a uno todos los árboles de la selva tropical pero nadie se viera afectado por ello de ninguna manera... pues qué queréis que os diga, como dice mi novio: me importa un cagarro. Por eso me parece que la palabra verdad se les queda grande a este tipo de hechos físicos, como que se caiga un árbol, que se rompa un vaso, que salga el sol un día... Estos hechos no es exactamente que sean verdaderos o falsos, es que se dan, suceden, y son verdad-para-nosotros sólo en cuanto nos afectan en algo. Si un vaso se rompe al lado mientras hablamos, claro que los dos estaremos de acuerdo en que el vaso se ha roto, claro que eso nos parecerá innegable, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos: "el vaso se ha roto" y lo llamaremos verdad. Si lo recogemos sin cuidado hasta podemos cortarnos, y algo falso no nos puede hacer sangrar... Pero la frase "el vaso se ha roto" no se puede comparar con afirmaciones como "es negativo para la humanidad que ese vaso se haya roto", "el vaso se ha roto porque era su destino" o con otras consideraciones sin vasos de por medio como "el sistema capitalista es el que más aliena al individuo" o "la televisión es básicamente un instrumento para oprimir al pueblo" o "Raquel es mucho más guapa que la media de mujeres de su edad"... Bueno, en esto último haremos una excepción, es una Verdad autoevidente.

Una última cosa por hoy. Hay que darse cuenta de que cuando se intenta afirmar con autoridad algo del tipo LO QUE ES, ES (y eso es lo que hacemos cuando hablamos de verdades absolutas), cuando se intenta dar algún sentido objetivo a una aserción así, es fácil tener que ayudarse de una especie de conocedor que lo sabe todo y que no se equivoca nunca. Si sabemos que el árbol se ha caído, si de verdad estamos seguros aunque nadie lo haya visto, tiene que ser porque confiamos en algo o alguien que nos dé esa seguridad diga cualquier persona lo que diga. Esto significa que si llegáis a menudo a la conclusión final de que "las cosas son como son", es bastante plausible presumir que creéis en Dios (o en algo tremendamente parecido) o que estáis cayendo en una incoherencia, cosas las dos bastantes respetables, pero que hay que saber reconocer.

12.11.05

Historia terrorífica del gatito de arena


Érase que se era una niña pequeñita con los ojos enormes y el pelo negro. En sus ratos libres hacía ganchillo, en los ratos libres que le dejaba el ganchillo hacía punto, y cuando no tenía nada que hacer, tejía un jersey o dos... O BIEN -y ahí es donde queremos llegar, porque es lo terrorífico- cogía la típica marmita de bruja y removía compulsivamente hasta lograr alguna pócima maloliente y mágica (más mágica que maloliente, en realidad).

Una tarde, al acabar las dos colchas y los tres pares de cortinas de su último encargo, se propuso crear un gatito de arena con sus poderes arcanos. Abrió los enormes ojos negros, se apartó la medieval melena métricamente aflequillada y dando vueltas a la cuchara de madera de sándalo, por entre el humo y los humores que emergían, hete aquí que te digo sin cortarme un pelo que apareció un pequeño animal felino, alguno diría gatuno, que al quemarse el pelito -negro pelito negro- con el líquido caliente, hizo avanzar la historia saltando de la marmita. "¡Qué ven mis enormes ojos!", exclamó la muy coqueta. "Un gato con trampantojo", replicó el gato, poeta.

Mariconadas aparte, el animal nato no era de hierro ni de manteca ni mucho menos de carne y hueso... era en efecto de arena, de arena para el gato (arena cara y buena, para ser esato). El animal felino, también llamado Minino por la menina morena, comenzó a escarbar su falsa carne apenas hubo dicho la chorrada de antes. Ansioso por asearse (un gato es un gato aunque sea mágico), mojaba con la lengua su superficie arenosa y cambiando densidades y deformando trazos malogró su arcana silueta hasta ser poco más que un guiñapo muñonento (adj. masc., ref. al muñón). La niña, enternecida (pero no reblandecida como el pobre gato), quiso consolarlo llevándolo a ver el mar en una playa cercana.

Del resultado de aquella brillante idea se conserva aún una horrenda tonadilla: "Un gatito cayó en la arena /en la arena cayó el gatito /un gatito cayó en la arena /el que quisiera quisiera encontrar..."


8.11.05

Aciago Cioran

Hace unos años leí El aciago demiurgo y tuve sacudidas orgásmicas una tras otra. No se puede decir que sea completamente admirable: de un tiempo a esta parte sólo admiro de verdad a personas felices -no siempre sin problemas, pero sí con predisposición a la felicidad- y me parece que Cioran se esforzó a conciencia toda la vida en revolcarse en su mierda (claro que ése es sólo el Cioran pensador, el personaje que escribe en primera persona en su obra). Lo que me deslumbró fue su desarmante sinceridad, y también su valor literario, por lo preciosa y fluidamente que está escrito, por lo fácil que resulta identificarse y hasta liberarse a través de él. Podría intentar comentar sus libros con detalle, pero me parece más innecesario que nunca ejercer de comentarista; no veo nada que añadir a algo tan autoconsciente, así que lo único que haré es recomendároslo. Ejem: os recomiendo que lo leáis.

Es algo así como anti-autoayuda, así que los que prefieren inyecciones de optimismo suelen odiarlo. Es bastante lógico perder la paciencia porque es un mártir con toda la carga despectiva de la palabra, pero está visto que leído con alegría todo lo exagerado por negativo que suene a mí me da la vía y me quita el sentío. Me afectó tanto que me atreví a buscar la estética en ciertas consideraciones sobre mí misma que antes de Cioran me hubieran parecido trozos de diario con los que nadie querría cargar como lector. Y sin embargo ahora, por culpa de él y de mi exhibicionismo, os toca tener la opción de leerlas. El archivo de mi ordenador tiene el pedante título de Cioraniana, porque una artista postmoderna que no me interesó nada tuvo al menos la honestidad de llamar Duchampiana a unos "homenajes" que hizo al caradura ése que se inventó lo del "ready made". Dios los cría y ellos se influyen...


Cioraniana (I)

¿Cómo entender el problema de la patria si se es plenamente incapaz de salir del propio yo? Si mi esencia me es ajena, si cada gesto rutinario es un papel conscientemente asumido, si mi propia personalidad es el reto más grande de mi existencia, ¿cómo solidarizarme con grupos excluyentes o entristecerme por cuestiones sobre el concepto de Estado? Cuando mi ser se me escapa, de inabarcable, de inaprehensible, de relativo, ¿cómo sentirme carnalmente cercana a España o a cualquier otra nación? No hay duda: la solución definitiva al nacionalismo es la crisis de identidad.

***

¿Puedo llamar vida a mis días? ¿Puedo considerar experiencia mi dolida búsqueda de experiencia? ¿Realmente conozco el dolor, siquiera el de no sentir nada? La variedad de formas y colores de mi dolor, la exquisita y complejísima red de mi decepción no tienen contenido. Sufrir sin causa es doblemente doloroso porque es un sufrimiento desapasionado y en última instancia patético. ¿Valdrá este dolor en la balanza como intensidad de mi vida? ¿Podré presentarlo el día de mi juicio? ¿Podré llamar muerte al final de esto?

***

Escribir es ahondar excesivamente en uno mismo. Lleva a la dramatización de los detalles de la propia vida y hace que uno se interese cada vez menos por los problemas de los demás. Ser capaz de entretener o de redactar con cierta habilidad parece signo de la importancia de lo que se cuenta y esta mentira llega a aislar al autor en un universo propio. Ser el protagonista absoluto sin esfuerzo: es lo que logra un rato prolongado frente al ordenador cuando se opta por un código pretendidamente literario. Ése es demasiadas veces el motivo por el que disfruto escribiendo. Sólo así dejo de mirarme en el espejo de los demás. Sólo así parece lógica y en ocasiones incluso provechosa mi tendencia al egocentrismo, mi egolatría disfrazada de auto-odio.

***

Si grito mi debilidad hasta que las paredes tiemblen, si escupo mi fragilidad y la expando, si te reto exhibiéndola como un arma haré que me ames por lo que soy y no sólo por lo que quiero ser. El que se asusta sólo es realmente cobarde si además se engaña a sí mismo, si se niega, si se compara y se anula. Si lucha por encontrar refugio y se sabe amparado en otros deja de ser cobarde. Si además encuentra a esos otros concretos capaces de perdonar su debilidad y de hacerle perdonar la de ellos, entonces... ¡entonces ese cerdo es feliz!

***

El autoanálisis está sobrevalorado. El mundo está lleno de seres humanos valiosos que facilitan la vida de los demás y que no se analizan más que excepcionalmente. Ser consciente de mis mezquindades no puede hacerme mejor persona. Los asesinos, los envidiosos, los egoístas, los usurpadores, los dictadores... pueden ser seres especialmente autoconscientes, doloridos por sus propias imperfecciones y que sólo superficialmente actúan en beneficio propio. En cambio, los héroes, los libertadores, los solidarios, los amantes, no están necesariamente atormentados por sus defectos; pueden limitarse a intuirlos e intentar corregirse en sus actos sin esforzarse en aniquilar los sentimientos negativos que provocan sus errores. Los que consideramos buenas personas no tienen habitualmente pensamientos viciosos centrados en ellos mismos. Los otros, los pensadores viciosos, pueden ser buenos poetas o hacer arte catártico para el público, pero no pueden ser felices ni convertirse en buenas personas.

***

Me doy cuenta de que la relación que tengo conmigo misma no es muy buena porque a veces, a solas, se crean silencios incómodos.

2.11.05

El chou de Sartre

Una amiga mía me contó que su exnovio, estudiante de filosofía, se había sentido contrariado con un diálogo de La última noche de Boris Grushenko porque no significaba nada. Lo divertido era eso, claro, mofarse de los filósofos gratuitamente, sin entrar a rebatir argumentos. Hacer el chorra así, en plan sanote, nada de indignarse ni de discutir, porque eso sería filosofar y porque no tendría ni la mitad de gracia. Iba más o menos así:

- Empieza a anochecer…
- Eso es una apreciación subjetiva.
- Pero la subjetividad es objetiva.
- No, ¡la objetividad es subjetiva!

(...)

- Oh heno, sólo heno, montañas de heno…

Esto, diga lo que diga otra amiga mía, es humor idiota. El humor puro, creo yo, siempre es idiota, aunque el cómico sea muy listo. Si uno intentara soltar una carcajada de un modo inteligente el resultado daría pena… Os juro que cuando vi Bananas en la Filmoteca de Madrid la sala estaba llena de gente… ¡y casi nadie se reía! Estoy segura de que el público filmotequero de ese día se sentía demasiado inteligente como para perder así las formas frente a una obra “de autor”. Puede que creyeran que reírse era una falta de respeto. Yo me imaginaba todo el rato al pobre Woody escuchando ese absoluto silencio tras sus chistes, qué deprimente…

El caso es que el exnovio de mi amiga parecía querer distinguir esa retórica vacía de un auténtico discurso filosófico… Creo que –descontextualizando un poco— no hay quien distinga, por ejemplo, muchas de las notas que tomé hace unos años de El Ser y la Nada, de una broma absurda. Lo que es yo, me he reído un rato y me he vuelto a acordar de Boris Grushenko. Hay trampa, porque Sartre –estoy convencida de ello— intentaba decir algo de verdad… Pero me temo que lo que consiguió decir, lo que realmente explicó, fue como mucho su propia forma de estructurar los pensamientos, su particular manera de llegar a conclusiones, de hacer comparaciones, de construir definiciones, de generalizar… Gracias a Sartre, hemos logrado comprender un poco más la cabeza de Sartre. Quizá no sea muy útil a la Humanidad, pero por lo menos te echas unas risas:

La reflexión es reconocimiento más bien que conocimiento. Implica una comprensión prerreflexiva de lo que ella quiere recuperar, como motivación original de la recuperación”.

La ley de ser del Para-sí, como fundamento ontológico de la conciencia, consiste en ser él mismo en la forma de presencia ante sí”.

La Nada es ese agujero de ser, esa caída del En-sí hacia el sí por la cual se constituye el Para-sí”.


Y mis favoritas, de nuevo a juego con el título de todo esto:

El ser de la conciencia es conciencia de ser”.

La conciencia, a la vez y en su ser, es lo que no es y no es lo que es”.

Si después de esto te quedan dudas acerca del sentido de la vida es porque no te enteras, tío.

28.10.05

Algunos tópicos al respecto son equivocados: el verdadero sueño de un soñador impenitente no es la Perfección sino lo Indeterminado. Los sueños realmente imposibles y maravillosos no son Utopías, no son lugares o situaciones en las que todo funciona bien, no están hechos de detalles agradables sumados ni de cuentas correctas. El Absoluto no es un esquema libre de error, sino precisamente la zona mágica en la que ningún esquema sirve.

Cuando el adolescente inseguro vive soñando despierto con ser más popular, o más guapo o más listo, con que su vida vaya mejor, no está siendo un soñador en este sentido: utiliza su imaginación de una forma práctica, para huir momentáneamente o -aún más útil- para fijarse objetivos que podrá con mayor o menor valentía alcanzar en la realidad. Tampoco es necesariamente un condenado a los sueños imposibles el aficionado a las historias de mundos hermosos que no existen. Esa zona mágica del "auténtico" soñador no es un lugar ni un tiempo, por más exóticos que sean y por más lejanas que estén sus reglas a las del "aquí y ahora". La verdadera zona mágica es un glorioso aparte en el que las categorías mentales desaparecen, no hay Necesidad, Número, Moral, Orden... No hay clases, no hay formas, no hay tipos, no hay reglas: la más infructuosa y atractiva idea de Libertad, la que no se puede siquiera concebir con la mente. Lo Indeterminado, lo Desconocido... algo así como ese famoso Ser que simplemente Es.

Con este presupuesto el pobre inútil del verdadero soñador sufre porque desea para su vida una realidad que sólo puede sentir a través de la negación. Podría hablar durante horas de lo que no quiere, pero sólo se atrevería a formular abstractas metáforas de lo que quiere.

Y es que nada de lo que conocemos es Absoluto, y el mundo, cuando uno madura, puede resultar aburrido. Además existe la opinión generalizada de que la especie humana está agotándolo, conociéndolo del todo: la ciencia parece estar clasificando y describiendo los fenómenos cada vez con más exactitud; se cree que el arte está dando vueltas en círculo, habiendo llegado ya a todas las posibilidades; a los filósofos se les echa en cara que sólo reformulan uno u otro de los sistemas básicos... La concepción más cursi es la de quien se atreve a decir que al hombre actual no pueden maravillarle ya el mar, el cielo, el nacimiento de un niño -pues ya tenemos submarinos, meteorólogos e ingeniería genética-... La realidad se vuelve inquietantemente tranquila para el conocimiento. No predecible aún (ahí están los terremotos o los suicidios en masa...) pero sí limitada, determinada.

Al soñador le es más necesaria que nunca la intuición de lo Indeterminado... ¡¡Si no Infinito, al menos consoladoramente Incomprensible!!



And now for something completely different (y mejor): una letra de Vainica Doble.

Dices que soy irracional, inútil, inconsecuente
Cuéntaselo a la gente
pero no me digas más
que te vas
Dicen que vivo en un mundo irreal, de fantasía y quimera
que digan lo que quieran
yo vivo a mi manera
me considero un ser muy normal
tú sabes que te quiero
que tú eres para mí lo primero

Dicen que soy una informal, caprichosa, impertinente
Y qué sabrá la gente
para juzgarme tan mal
siempre mal...
Yo sólo soy una mujer romántica impenitente
si te parezco ausente
es porque no consigo
dejar de soñar que vives conmigo
aunque eso es evidente
Estás enfrente y sueño contigo...


(Dedicado a la Musilla... y a mí misma.
Podemos dejar de soñar lo Indeterminado,
pero las maravillas que tenemos delante... eso va a costar un poco más)

27.10.05

Escritura semiautomática, capítulo 1

(En mi cuarto ensimismadamente ensimismadísima hace unos tres años. Cualquier parecido con personajes reales o imaginarios es - casi...- pura coincidencia. Autocomentario del presente: "Qué mala es la abstinencia")


no sé hasta qué punto tengo derecho. sin embargo, comenzaré hablando de aquellos saltimbanquis distraídos de comienzos de la centuria futura que comentan la fugacidad del resto de series interminables (cuando se empieza con series interminables a menudo es complicado acabar, pero no dudéis de que lo haremos antes de la hora del bocadillo). no puedo seguir así. sé que no puedo pero no sé dónde acaba mi camino de baldosas amarillas. toma-tomate-tomaló-ia-ia-o, hasta el fin de las galerías de arte, de los discos contemporáneos y de los manifiestos dadá. esto es lo que hago yo con vuestras doctrinas y vuestros dogmas, toma y TOMA... no dudo de que al menos acojono a alguna gente: si no asustas aunque sea a alguien no eres nadie...
quiero poseerlo todo. quiero escribirlo todo.
quiero dejar de pensarme para poder ser. quiero seguir en el camino y no verlo, no quiero dejar de querer.
quiero dejar los proyectos y los propósitos que tengan valor por sí mismos... pero dejemos de hablar de mí.

- ¿qué deseaba, estúpida piltrafa?
- pues a decir verdad no lo sé.
- ¿no cree que ya va siendo hora de saber eso? usted lo que es es un hijo de puta.
- creo que hay una incorrección en esa frase, señor interlocutor imaginario contra mi estima personal.
- imposible, un interlocutor imaginario jamás comete errores, y más cuando es el interlocutor contra la estima personal, siempre inalcanzable en su altivez serena.
- no me venga con monsergas retóricas, yo al menos conservo la humildad.
- solo creen en la humildad las estúpidas piltrafas como usted. qué digo usted, como tú, piltrafilla en diminutivo...
- valemos lo mismo, ya que usted tampoco folla.
- al menos yo tengo fantasías eróticas y no símbolos racionales convenientemente resumidos en un póster de 6 €...
- creo que esta conversación no lleva a ninguna parte entretenida, así que me temo que no vamos a necesitarle más por ahora. váyase, por favor, ya le llamaremos.
- hijo de puta...

ahora que estamos solos hablemos de mi esquizofrenia y de mis problemas con el público imaginario: señoras y señores, he de comunicarles que mi esquizofrenia está remitiendo. fíjense: "remite: doña esquizofrenia garcía". je, je, todo va bien, estoy muy tranquila. --tranquiiilaaaaaaaaaa--
si al menos la vida real no fuera tan aburrida... todo son peligros gratuitos
amargas peluquerías ancianas, inmóviles, sucias
pequeños riachuelos de sangre sin cuerpo ni densidad. agua manchada apenas de vida. hasta mi flujo vaginal debe de estar vacío de significado. mi coño no es emisor de sentido, y creedme que lo he intentado. tampoco es receptor, no es receptor de nada a pesar de que a veces, al menos en espíritu, quisiera tragárselo todo...
todo pasa y todo llega. a mí me pasan muy pocas cosas y a veces llegar me cuesta un buen rato.
estoy escribiendo, miradme, no me presionéis más, por favor
automática... y una mierda.

(...)


subes escaleras de incendios y consigues trepar a almacenes que antes de que llegaras dormitaban vacíos. irrumpes y los incendias a través de la escalera de incendios, y afuera sigue lloviendo perros y gatos y ratas rabiosas, pero no te rindes y el sentimiento de indecoro, de inoportunidad, te excita más que el de prohibición. inaugurando una nueva suciedad redentora, estalla una luz de perlas baratas y tu alrededor parece oprimirse en un agujero negro la mar de majo, mira tú por dónde
la confusión aflora allá donde tú estás y para ti no es suficiente pringarte y pringar. el concepto es más el de rebozarse, remozar todo el edificio hasta que esté listo para construir un enorme solar sombrío, y mirarse luego al espejo esperando volver a ver un ser humano. hace mucho tiempo que no sucede, porque los periódicos están más preocupados en un yeah y porque, entre otras cosas, es antigua mi tendencia a no leer para fuera sino solo para dentro, donde me espera lo conocido o lo bueno idealizado por conocer.
muac. es usted muy macho a juzgar por los siete polvos que hemos tenido el placer de celebrar en los últimos dos minutos y medio. ahora me voy a permitir exigirle un coito sin ceremonial alguno.

raquel ha abandonado el edificio. (no me atrevo. tengo mucho miedo)

deberían existir voladores como existen andadores. para los folladores esperaremos una etapa científica más avanzada. volar, volar, etc. nos creemos el primer símil que nos encasquetan. yo me conformo con caminar sin taparme la cabeza y agacharme y retorcerme en el suelo, y hundirme pasadas las alcantarillas y la infraestructura de cableado y tuberías, estética de la putrefacción que no va nada mal al caso. la ambigüedad no es un problema, es la solución lingüística a la indecisión.
[abucheo. una sentencia más y al banquillo, so zorra]

desde que soy taciturna, realmente es un constante olé, un canto de sirena del juego nocturno, un dulce en la alacena del corazón español. y a quien no le guste dieta al canto. al canto de sirena lo llamo yo búho, y al que se despiste lo llamo francisco, ¿por qué coño no?
- por el mío. por el mío no, por favor, que estoy con dolores
- a dolores le va también la marcha, fue prostituta durante dos cuartos de hora en el paseo marítimo de señores gordos con barba y tirantes
- pues mándeme una doble con extra de política utópica. no debería comerlo, pero en fin
[un chiste más y al calabozo del campo, puta putísima monjil, qué asco me das]

lo importante no es participar, es estrictamente necesario que te escojan en el equipo, que se acuerden de ti y que después te llamen para organizar camas redondas con almohadas anatómicas.
estoy completamente SO-LA. gente que me odie es lo que necesito, lo que necesito-necesito-necesito, la mujer queja, pasen y vean a aquella que lo necesita-necesita-necesita absolutamente todo y no ama a nadie porque tiene el corazón atrofiado. ¿el corazón, dices?
buh! esto no se lo esperaban. aquí estoy yo, la única, la que mira su vida desde fuera porque desde dentro madre del amor hermoso no hay nada que ver, la que no tiene nombre ni santo ni seña porque no sabe dónde leches está la mayor parte del tiempo, la que zas! aparece a tu lado y te aburre, te aburre, te aburre con lo que necesita-ita-ita, pobre raquelita, muérete.
¿tanto te cuesta? ¿tanto te agobia? ¿qué es, pequeña, qué es? el mundo amigos míos es demasiado grande, está demasiado lleno de cosas buenas y malas. no quiero control, no quiero tampoco estropicios, pizcas, trastos, tufos, restos. ¿es tan difícil entender lo que quiero? no quiero compromisos. no quiero tampoco noes, quizases, puede-seres y a-lo-mejores. no quiero estabilidad. no quiero tampoco teléfonos, mostradores, hamburguesas, JEFES. no quiero dinero y ni muchísimo menos puentes, portales, nevera vacía, moscas, agujeros en los zapatos y ding-dong! soy yo, mamá, tenías razón y siento haber nacido, traigo la almohada y la dignidad para dejarlas por aquí...

hola, me llamo raquel y soy adicta al pensamiento vicioso (ho-la, ra-que-el). de hecho, solo escribir mi nombre provoca tal espiral de causas, efectos, razones y nuevas preguntas en mi cabeza que dudo de mi propia existencia en cuanto tal (ohh, ra-que-el...). he intentado todo pero poquito porque los intentos de salir del pensamiento vicioso me llevan a una cadena interminable de ideas inútiles perfectamente estructuradas y admirablemente coherentes entre sí. solicito formalmente una adicción más interesante para los demás tal como el alcoholismo o el sadomasoquismo, en la que pueda machacarme el cerebro en vez de ejercitarlo y trabajarlo aumentando su tensión y su volumen hasta expulsar toda la masa encefálica por las orejas, mira cómo cae, qué elegancia, qué morbo febril, qué material para una película juvenil...


... Y el no-ser no es. Parménides lo tenía clarísimo... No creo que se diera cuenta de lo importante para la historia del pensamiento, lo vacía de contenido y lo fascinante como experiencia que era su propia idea (o su propio juego de palabras); al fin y al cabo, casi la dejó caer entre un montón de frases tanto o más oscuras en una poesía que transcurre entre el mito religioso y un balbuceo lógico-filosófico que haría correr, como dicen los periodistas, ríos de tinta...

De todas formas el fondo más aprovechable de todo esto no es difícil de entender, por más que se empeñen en asustarnos los intérpretes, críticos, expertos y listos de todo tipo desde que al tío se le ocurrió resumir su filosofía en una sentencia tan preciosa, tan verdadera y tan perfectamente inútil... Una actriz que hacía de algo así como una portera en un programa de Pepe Navarro decía exactamente lo mismo de una forma un poco distinta: "LO QUE É, É" ("...y lo que no puede ser no puede ser", como decía mi madre cuando no había dinero para alguna cosa, con estoico sentido común y un rigor filosófico intachable...) Algunos ignorantes del público de Navarro tenían el mal gusto de reírse al recibir tamaña revelación, sólo porque el personaje era una maruja. Cabrones...

Ejem, ¿por dónde iba? La consecuencia que sacaba Parménides de "EL SER ES" --me encanta repetirlo, ¡¡se me llena la boca de Infinita Razón Matemática...!!-- la podemos resumir también en otra frase de un amigo mío, que aunque está muy lejos de parecerse a una portera tampoco es que se pase el día leyendo a los presocráticos. La frase en cuestión, que hubiera incomodado bastante a Heráclito, pero que en él es una autoafirmación a lo Alaska y contra la malvada manipulación de la industria, reza (entónese como verdad lapidaria): "NO VA A HABER NINGÚN CAMBIO".

¿Pero será verdad que no va a cambiar nada? ¿Que todo es lo mismo, que EL SER ES Y EL NO SER NO ES? ¿que estamos a verlas venir, como unos MINDUNDIS, sacando nuestro ser del hecho de ser partes del Todo? ¿que vivimos pagando el alquiler existencial al Ser-Uno-Eterno-Bello-Verdadero-Perfecto? NOOORR!! Como hago siempre en la vida, voy a rebelarme contra lo que más me gusta, voy a mandar ese ser que es y siempre lo será a tomar por culo y voy a inaugurar este wesló, confiando en que "TODO FLUYE" y además en que puede ser interesante intentar describir cómo fluye. Aunque luego todo dé igual, aunque al final nada sirva de nada y campe a sus anchas el no-ser. El mismo Parménides parece perdonarme el atrevimiento con su otra premisa básica; mira, mira: "SER Y PENSAR ES LO MISMO". Mi desautorizada y tramposa conclusión es que contando lo que se me ocurre a mí igual puedo explicar una parte del Ser... aunque yo sólo sepa pensar cambiando todo el rato de opinión y fluyendo de un sitio a otro de una forma desastrosa...

Y como tengo planeado reírme del pesao de Sartre en una entrada futura, para redimirme de antemano cierro ya la intro ésta con una de las pocas cosas que de verdad me gustaron de lo que fui capaz de leer de El ser y la nada (y no os asustéis que no pienso hacer un blog monotemático de filosofía ni nada parecido...). Está diciendo algo que bien mirado es tan evidente como lo de "El ser es", a saber, que el pasado, aparte la memoria individual, no existe. Ahí va: "Los objetos concretos desaparecidos son pasados en tanto que forman parte del pasado concreto de un superviviente (...) Y los muertos que no han podido ser salvados y transportados a bordo del pasado concreto de un superviviente no son pasados, sino que sus pasados y ellos están aniquilados". Lo que quiero decir es que al final con esto del interné no se trata, como dice tanto alarmista, de abotargarnos y entrar en un mundo falso y frívolo, o al menos, no más que con la literatura o la filosofía... Se trata de lo de siempre, de entretenerse para escapar así de las garras de la Muerte. Hay un tebeo español que lo explica de forma admirablemente sencilla, pero otro día os lo cuento, que ya está bien de robar ideas.