12.7.12

Como me he enrollado mucho, contesto por aquí al último comentario de la entrada anterior:


Bueno, hoy tengo un ratito para contestar, a ver si llegas tú a tenerlo como para volver por aquí :)
Voy por partes de tu mensaje y luego te copio y pego una nota de Facebook que escribí después del famoso cierre de Megaupload y que también contesta un poco a tus objeciones, creo.

-          “Alguien ha invertido un tiempo y hasta un dinero en componerlas, producirlas y sacarlas a una estantería”. 

Si no te interpreto mal, más adelante dices que lo que estás defendiendo con tu respuesta es el mercado capitalista, aunque tenga fuertes contradicciones. Estamos de acuerdo en eso: creo que, fuera de experiencias aisladas en pequeñas comunidades, es el sistema económico más compatible con la democracia de los que se han implantado. Me alegro egoístamente de que compartamos esa base, porque rebatirte en términos capitalistas es muy fácil: en la economía de mercado, no tiene por qué ganar más dinero quien más tiempo trabaja ni quien más dinero invierte, ni siquiera quien más mérito tiene o el que más sabe de lo suyo. Simple y llanamente, gana más dinero el que ofrece un producto o servicio por el que mucha gente -o poca gente pero muy rica- está dispuesta a pagar. Punto. Y está bien que sea así, si la riqueza estuviera basada sobre todo en la propiedad o en títulos nobiliarios heredados de padres a hijos, por ejemplo, o en la posesión de oro acumulado durante mucho tiempo, el movimiento entre clases sería más difícil, como de hecho ha pasado en otros momentos de la Historia. Así que el argumento no me vale: si alguien pone una tienda de cosas que nadie compra, no tiene derecho a vivir de ello, por mucho que trabaje y que invierta. Lo mismo que un músico en el metro no merece más dinero que Bisbal, aunque curre el doble de horas y se compre con sus ahorros los mejores instrumentos. Si queremos que la moral del esfuerzo y del bien común, decida quién tiene derecho a vivir mejor y se lo niegue al que no cumpla, incluso aunque lo haga por mayoría democrática... ya sabes dónde estaríamos, en sistemas de todo menos capitalistas. Sin embargo, los anticapitalistas, y en general los que defienden al “pueblo llano” contra “el poder”, están luchando a favor de lo barato, y si es gratis (o “aparentemente gratis” como cuando lo escuchamos en la radio) mejor.

-          “Puede que nos hayamos acostumbrado a que otro pague por nosotros -sea la publicidad en TV o en la Radio, la financiación de una TV pública, o quien contrata un hilo musical-. Pero hasta ahora, la cultura era producida, distribuida y consumida”.

Creo que confundes cultura y productos culturales (basados, de nuevo, en la copia física). ¿Quieres decir que un músico en el metro si no saca discos no “produce” cultura? Yo creo que sí. ¿Un trovador no transmitía cultura cuando el público decidía no pagarle después de oírle? Yo creo que sí. ¿Es cultura esta conversación que estamos teniendo tú y yo sin movimiento de dinero? Claro que sí. De hecho, yo estoy invirtiendo tiempo en redactar esto, y he invertido un buen dinero en mi ordenador y mi conexión a internet para poder transmitir mis ideas y comunicarme. ¿Dónde está mi dinero por toda la cultura que estoy “produciendo” y por la cultura de otros que estoy distribuyendo, ehhh? ¡Alguien me está robando mi dinero!

-          “Sé que nos enfrentamos ante una contradicción del capitalismo: la de la imposibilidad de proteger la propiedad privada en el plano intelectual, mientras que el dinero y todo lo demás está protegidísimo de cualquier intento de ser compartido o consumido sin pagar”. 

Esto ya es un error objetivamente, Antonio. En el plano intelectual no existe la propiedad privada, porque las canciones, la literatura, el arte... no son objeto legal de propiedad privada ni pueden serlo. La música no se agota cuando la escuchas, no se consume como un chorizo, uno no se apropia de ella de una vez. No es “mía” una canción en el sentido posesivo por el hecho de que la haya compuesto (y mucho menos porque, como sello discográfico, me haya limitado a distribuir copias). Una copia en soporte físico sí puede poseerse y robarse, pero es que la “piratería” por internet no consiste en la distribución de copias físicas. Este error se ha repetido hasta la saciedad a propósito para defender el estado de cosas actual en el mercado cultural, que está basado en las copias solamente porque se niega a reconvertirse. No es una frase hecha, es que se niega claramente a reconvertirse: ¿dónde están las páginas legales de Paramount, Universal, Warner... que vendan su catálogo on line a buen precio, ahorrándose los costes de distribución y exhibición? ¿Por qué tienen que llegar otros, tipo Filmin –que está muy bien de precios pero tiene muy pocas películas- a negociar con ellos duramente para poder ofrecer lo que el público pide? ¿Es pura vaguería, resistencia al cambio porque sí... o es que hacen más negocio ahora con las cosas tal y como están, a pesar de la piratería o incluso en parte gracias a ella? Yo diría que esto último.

De hecho, ¿no es ridículo pretender que una canción sea "privada"? ¿Para qué sirve una canción que sólo es “mía”, si no se la canto a nadie? ¿No es el oyente, de alguna manera, parte de ese proceso que hace una canción sea tal, y no sólo notas en un papel? ¿No es el arte una forma más, todo lo elaborada que quieras, de comunicación, y no de comunicación íntima, precisamente, sino más bien de comunicación pública y cuanto más pública mejor? 

Lo que protege a los autores es el derecho de propiedad intelectual, y los editores, si es que el autor se los cede, suelen tener los derechos de explotación, comunicación pública, etc. Supongo que hay que redefinirlos, sí, pero Serrat y Etxebarría no están contribuyendo a aclarar las cosas con sus declaraciones peseteras, y tú tampoco aportas ninguna vía en ese sentido con tu comentario. La verdad es que el PSOE en su conjunto (porque Serrat, como Víctor Manuel y Ana Belén, Pilar Bardem y tantos otros, en estos temas no habla con independencia) lo ha hecho fatal en este tema. No es que “se hayan expresado mal” a la hora de defender los derechos de autor, como dicen siempre los portavoces de la SGAE. Es que se han lucrado y han contribuido al robo sistemático de los pequeños por parte de los grandes. Lo de la ministra Sinde es sólo la punta del iceberg, son muchos años en contubernio con una empresa que a la hora de cobrar vive de lo público y a la hora de pagar sólo rinde cuentas a los mismos cuatro, entre los que está Serrat.

-          “Algunos ven en esa imposibilidad o dificultad técnica, al menos por el momento, un argumento a favor del gratis total”.

Lo del “gratis total” es otra de esas cosas que se han repetido y repetido para asustarnos en vez de para informarnos y concienciarnos. ¿Quién defiende eso del “gratis total”? ¿Los macarras que si por ellos fuera robarían todo lo que pudieran? Pues claro, no podemos esperar más de ese tipo de gente. ¿Pero qué interlocutor serio en este debate ha defendido nunca que todo sea gratis y que Serrat viva del aire? ¿Y qué es eso del “gratis total”? ¿Que nada cueste dinero? ¿Que se acabe el intercambio reglado de bienes y servicios y vayamos todos por la selva con hojas de parra? Las cosas hay que definirlas para poder estar a favor o en contra. Pero claro, si lo decimos así, genera más alarma y más miedo: si descargas, estás acabando con la civilización y con la cultura.

-          “Pero tengo el convencimiento de que la cultura, incluso la buena, ha sido siempre un producto, algo con lo que se comerciaba, desde Sófocles a Dostoievsky, desde Shakespeare a Cervantes, de Rossini a Bruce Springsteen. Si no somos capaces de premiar el talento, tal vez nos quedemos sin él. Tal vez, sólo”.

Creo que la primera frase ya la he contestado. La cultura es algo con lo que se comercia, claro que sí, pero es más cosas también. Y quien quiera comerciar con ella, puede seguir haciéndolo. Aquí abajo te copio la nota de FB que te comentaba y ahí hablo de varios ejemplos. La segunda parte sabes que es falsa y tienes que quedarte en un “tal vez”. Ya te lo digo yo: no, no nos quedaremos sin ella. Es como el famoso ejemplo de los jamones: si la comida se empieza a poder copiar, desde luego lo que nunca pasará es que la humanidad se morirá de hambre. Más bien todo lo contrario.

Ahí va la NOTA:
En positivo y sin alarmas
de Raquel Márquez, el sábado, 21 de enero de 2012 a la(s) 21:48 ·
Dejando a un lado los posibles peligros a largo plazo para la libertad y la privacidad de las comunicaciones, centrémonos en un argumento más básico:

Cuando las personas nos acostumbramos a conseguir lo bueno fácilmente (cuando es accesible y barato, o incluso gratis), no perdemos las ganas de pagar por ello, sino todo lo contrario, nos convertimos en mejores consumidores. En una ciudad donde la comida es escasa y difícil de conseguir, Arzak no sería un buen negocio. En un país con pocas bibliotecas y colegios públicos, hasta un García Márquez podría tener problemas para vivir de su trabajo, porque habría pocos adultos lectores. En un país en el que sólo los ricos tienen ordenador en casa, Microsoft tiene poco que ganar. En Estados Unidos, seguramente el lugar que más hackers forma del mundo, es donde hacen su agosto las grandes multinacionales del entretenimiento y la cultura.

¿Os habéis fijado en que hace pocos años nadie gastaba dinero en series? Ni siquiera existía una zona específica en los grandes almacenes, uno simplemente ponía la tele y veía las pocas que tenía a su alcance a las pocas horas que tenía libres, ni siquiera era muy habitual tomarnos el trabajo de grabarlas. De un tiempo para acá, en los años dorados del Seriesyonkies, ahora que es tan fácil como poner el título en Google y verlas a la carta, en versión original con subtítulos y con mucha mejor calidad que en VHS... AHORA es cuando existe una zona de series en la Fnac. ¿Cómo puede ser?

Nos hemos acostumbrado a lo bueno, por eso sabemos valorarlo más y mejor, y queremos pagar más que nunca por obtenerlo de forma cada vez más cómoda y ventajosa. Mis conocidos adictos a las series y a las películas, los que descargaban de Megaupload como si no hubiera mañana, son los que más dinero gastan en ellas. No porque paguen a Movistar ni a Microsoft (que no se dedican a comercializar productos audiovisuales, ni falta que les hace), sino porque en cuanto pueden compran “copias originales” (curioso concepto, ¿eh?), porque se hacen del Plus, de Filmin, compran merchandising oficial y hasta van al cine.

Creo que no conozco a nadie que consumiera discos con frecuencia y bajara el ritmo de golpe a raíz de descubrir Napster o Soulseek. Más bien lo hicieron cuando se quedaron en paro, o cuando tuvieron hijos... Esos, los más compulsivos, son los mismos que ahora, cuando a los músicos les es más difícil vender discos (sobre todo porque comprar un CD tiene poco sentido: un trozo de plástico con un sonido no mucho mejor que el de internet), han empezado a comprar vinilos. ¡Vinilos! ¡Una tecnología antigua y mucho más difícil de copiar! Hasta ahí llegan las ganas de pagar por lo que nos emociona.

Los exhibidores de cine son quizá los que lo tienen más complicado, pero ellos llevan quejándose desde los años 50... La culpa no es de internet, ni de las copias burladas al copyright. Si la exhibición está en horas bajas, es simple y llanamente porque hay mucho cinéfilo que no percibe un gran beneficio en la pantalla grande, la comunión con el resto del público de la sala, etc. Los que siguen yendo al cine son los que sí valoran esa experiencia, y no los que –por ignorancia, por vaguería, por principios, por problemas de conexión... – se abstienen de descargar.

Que intermediarios parásitos se aprovechen de los vacíos legales es un problema, hay que intentar evitarlo, y reconozco que lo veo difícil. Cuanto más actores en un negocio, más complicado es repartir el pastel.

Pero el pastel es cada vez más grande: hay menos dinero en la exhibición de cine, pero hay más en hacer diseños, animaciones y vídeos de todo tipo para internet; vive menos gente de fabricar CD´s, pero hay gente que lo hace de inventar y gestionar plataformas como Spotify o software relacionado con el P2P; es más difícil vender libros en papel, pero –quizá porque los dibujos pierden encanto en formato digital— se ha revalorizado el tebeo: El Corte Inglés ha abierto un espacio de cómic, cuando siempre lo habían ignorado.
Intentar evitar el acceso de los usuarios a un software concreto, o a webs concretas, no va a animarles a pagar más, y menos a obligarles. Si algún día se hace verdaderamente difícil descargar por internet evadiendo la industria, y si todas las bibliotecas se hacen de pago (no es una idea apocalíptica mía, existe una presión muy fuerte de la industria editorial: http://noalprestamodepago.org/), simplemente veremos menos películas y leeremos menos. Aunque quizá montemos rastrillos espontáneos y nos intercambiemos copias con desconocidos, con el plus romántico de salir huyendo si llega la policía... Las empresas relacionadas con internet ganarán menos, sí, pero Universal, EMI, Disney y compañía NO ganarán más.

Y lo peor es que creo que, si yo me he dado cuenta, Universal también. Por eso desconfío de los motivos últimos de la famosa SOPA. Echadle un vistazo a los números: las grandes multinacionales del entretenimiento no ganan cada vez menos, todo lo contrario. Y ellos son los que la promueven.  No suelo creerme las teorías conspiracionistas, pero todo esto me encaja tan poco que no me extrañaría que el copyright fuera una cortina de humo para conseguir alguna otra cosa. En un mundo en el que ya no hace falta copiar para ver y escuchar, ¿cómo puede la anticuada industria de las copias convencer tan fácilmente a los políticos del “país de las libertades”? ¿Cómo puede compensarles el riesgo de echarse encima a empresas tan poderosas como Google, AOL, eBay...? ¿No será que las críticas y las revoluciones son más difíciles de atajar en internet que en los medios “tradicionales”, donde ya está todo atado y bien atado...? ¿No intuirán muchos políticos poco honrados una buena barrera para defenderse de las masas?

6.1.12

Los vendedores de chorizos

Estos días, con la aprobación definitiva de la "Ley Sinde", he vuelto a dedicar (quizá demasiado) tiempo a pensar en la relación entre los derechos de autor y la revolución cultural que ha supuesto internet. 

Confieso que lo primero que siento cuando leo declaraciones como las de Lucía Etxebarría es de todo menos constructivo. Rabia, incomprensión, impotencia... Serrat, qué lástima, ha hablado en la misma línea: “Yo, hasta la fecha, tengo que pagar por todo lo que consumo” y ha comparado descargarse una canción gratis con robar un chorizo en una charcutería. Cuando a este hombre –que ha escrito tanta poesía, que ha pasado tantas horas de su vida absorto en mundos propios, emocionado con sus propias historias y melodías... — le hacen pensar en su dinero, es capaz de creer –porque confío en su sinceridad— que una canción es algo que se consume. Algo que se agota, que se posee. Y que se posee sólo individualmente, que no puede darse a otro sin perderse. Para él, una canción no es como el aire, o las palabras, o las miradas: un mensaje, una experiencia común, un lugar compartido... Para él, una canción es un chorizo.

Las posibles respuestas se me agolpan en la cabeza, ¿por dónde empezar a explicarles cuánto se equivocan? ¿Cómo se puede hacer negocio con una de las mejores ocupaciones del mundo, la creación artística, y sentirse tan desposeído, tan infeliz, tan alienado como un charcutero al que roban impunemente, o, en el caso de Etxebarría, como si se estuviera “trabajando como una negra para nada”? ¿Tan lejos ha quedado para ellos la alegría de crear? ¡Si hasta alguien tan inconstante como yo la puede recrear en un segundo...! Les extraña que los charcuteros de verdad, los albañiles o los mineros se sientan heridos al oírles, hasta ese punto ha llegado su aburrimiento y su desidia, hasta ese punto han dejado de confiar en la admiración de sus miles de seguidores. ¿No ven que sus lectores y sus oyentes disfrutan y hasta viven más gracias a ellos, que lo que obtienen de ellos es incalculable? Tendemos a pensar que están endiosados, pero en el fondo es todo lo contrario: no entienden lo importantes que son. Si lo entendieran, no se arrastrarían por una improbable subida de sueldo.

Puede que me ponga demasiado mística: es cierto que dinero, y bien poco, es lo único que pueden ganar los autores en esta batalla. La cuestión es si evitando el tráfico gratuito y masivo de sus obras –suponiendo que se pudiera evitar—conseguirían más dinero. Mi respuesta, y cada vez con menos resquicio de duda, es que no. Una obra descargada es igual, para el que la descarga, que una obra prestada por un conocido, vista por televisión en abierto y grabada, descubierta en un cajón perdido de casa de los padres, leída en la biblioteca y escaneada... Se trata en todos los casos de disfrutarla sin pagar (ved por favor este vídeo de Neil Gaiman si aún no lo conocéis, es corto y muy elocuente). 

Es decir, se trata de algo que se ha hecho desde siempre y que internet sólo amplifica hasta cierto punto. Porque, aunque internet no tenga puertas ni apenas límites en el espacio, aunque haya cambiado tanto nuestra forma de informarnos y comunicarnos, no nos ha hecho inmortales. Nuestro tiempo es limitado y lo sabemos, así que no nos sentamos delante del ordenador a descargar mecánicamente, como quien saca agua del mar con un cubo. Para descargar necesitamos guías, puntos de apoyo... como siempre en la vida, necesitamos a los demás. Son nuestros amigos, maestros, compañeros de trabajo, los medios de comunicación “tradicionales”, el consejo de otros autores... las referencias que usamos para decidir qué descargar de entre las infinitas posibilidades que nos ofrece internet o qué libro concreto coger en la biblioteca. Y la web no es más que eso, un gran archivo sumado a una red de contactos entre personas, cambiante y libre, pero finita. Esos artistas que, a pesar de hablar como proveedores de chorizos, se saltan a la torera las normas de cualquier proveedor con dos dedos de frente –insultando a sus clientes, opinando en su cara sobre a qué destinan su presupuesto... – se imaginan al internauta acumulando gigabytes a lo bruto, sin inteligencia, casi sin humanidad. A estas alturas de la película, no saben distinguir un ordenador de la persona que lo utiliza. No ven que detrás de cada descarga hay una elección libre y consciente, un cierto esfuerzo y, con toda probabilidad, una recomendación personal, exactamente igual que en los préstamos, intercambios y regalos fuera de internet. Y, aun siendo gratis, no se puede disfrutar de todo, igual que no se puede comprar todo.

¿Queremos un mundo en el que cada experiencia artística signifique un intercambio de dinero? Nos dicen desde las industrias culturales que ése es un deseo normal y legítimo, y que todos los demás bienes, materiales o inmateriales, funcionan así, a golpe de talonario. No sé si es que estas personas desconocen los comedores sociales, los contenedores de ropa usada, el intercambio de sellos o de cromos, los regalos de objetos entre amigos y desconocidos, las jornadas de puertas abiertas en museos y centros culturales... o si es que preferirían que todo eso no existiera. Y no sé si quiero saberlo...

No se trata de idealizar a los intermediarios "piratas", a los que ganan dinero sin rendir cuentas. Siempre hemos entendido eso de que no son Robin Hood. Stephen King, uno de los autores más "pirateados" (por motivos de lo más lógicos) y, me atrevo a decir, un orgulloso proveedor de historias, lo ha explicado muy bien:"La pregunta es, ¿cuánto tiempo y energía quiero emplear persiguiendo a estos tipos? ¿Y para qué? Mi sensación es que la mayoría de ellos vive en sótanos con moquetas de basura en el suelo, alimentándose de aritos de cebolla y cerveza de oferta".

Otro de los argumentos favoritos de los vendedores de chorizos culturales es que para ser un buen artista hay que vivir del arte y de nada más. Que el arte con mayúsculas necesita una dedicación completa. ¿No saben que Chéjov era médico, y que gracias a eso expresó como nadie la fragilidad humana? ¿Que la mayoría de los escritores han sido también periodistas, traductores u oficinistas? ¿Que hay charcuteros que dirigen cortometrajes los fines de semana? ¿De verdad no entienden que el mejor arte, como la buena política, es mucho más que un trabajo? 

Siempre me acordaré de la única clase de guion a la que asistí en la universidad. La daba Juan Antonio Porto, guionista de obras como Beltenebros y La regenta y contertulio habitual de Garci en Qué grande es el cine. Nos dijo que no nos iba a enseñar guion porque eso es imposible, que su propósito en las clases era inspirarnos. Y una de sus primeras formas de hacerlo fue darnos envidia. Nos explicó que él no vivía pendiente (como la mayoría de los charcuteros) del próximo fin de semana, del próximo puente, del próximo verano... Porque él se dedicaba a lo que más le gustaba en la vida. Él, en sus propias palabras, no trabajaba. ¡Porque hacer guiones, claro está, no es trabajar...! Aunque, vaga y miedosa como soy, siga sin hacerle mucho caso, es de los mejores consejos que me han dado nunca.

Por eso, porque el arte no es un trabajo normal ni falta que hace, los autores no cobran por horas. Por eso no tienen la estabilidad de los charcuteros. Por eso son más famosos que los científicos, los médicos y los inventores. Por eso son los únicos que pueden con justicia cobrar derechos de autor.

27.12.11

Las prostitutas se suman a la lucha de los autores: “La cultura del todo gratis nos está quitando el pan de la boca, y lo que no es el pan”.

Hetaira, el colectivo en defensa de los derechos de las trabajadoras del sexo, y la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne, A.N.E.L.A, han puesto en marcha una campaña conjunta para luchar contra las pérdidas del sector, provocadas en su opinión por la generalización de una “mal entendida” libertad sexual. “Lo que no puede ser es que los chavales se inicien cada vez más en el sexo sin pagar, masturbándose en su casa con revistas de sus padres o incluso entablando relaciones con mujeres no profesionales, para las que el sexo es sólo un hobby de fin de semana”, ha dicho la portavoz de Hetaira, Concha García. “Cada vez se valora menos una paja bien hecha contratada legalmente en un burdel. Y no es que no lo entienda, si puedes conseguir un polvo gratis en la calle así como así... La situación nos exige hacer algo, y hacerlo ya. ” 

En la misma línea, Ginés Montes, de A.N.E.L.A., precisa: “No se trata de criminalizar al usuario. Pero si seguimos transmitiéndoles que se puede fornicar gratis, que el sexo no vale nada... cada vez más gente dejará de follar, o lo harán de cualquier manera”. Ante las críticas de algunos sectores, Montes matiza: “Es cierto que siempre habrá sexo, pero si no se puede cobrar por ello, ¿quién va a practicar ocho horas diarias para ofrecer el mejor servicio?” El empresario ha opinado sobre el ranking que sitúa a España en el top de coitos ilegales: “Puede que sea en parte por el clima, sí, pero también, reconozcámoslo, por una cultura del todo vale y del viva la Virgen que nos sitúa a la cola de Europa, nunca mejor dicho”.
La primera medida, según A.N.E.L.A., debería ser la aplicación de un canon a los fabricantes de camas. “Así es. Esta gente se está lucrando gracias a un vacío legal. La excusa que nos ponen los fabricantes es que hay gente que tiene cama sólo para dormir, y que ellos no pueden vigilar lo que hacen sus clientes... pero todos sabemos que nadie se compra un colchón de viscolátex de dos metros de largo y 1'50 de ancho sólo para dormir”.
El Manifiesto en Defensa de la Democratización del Sexo ha sido otro de los blancos de la crítica de las prostitutas. “La libertad está muy bien, pero nosotras tenemos derecho a vivir de nuestro trabajo. Hace unos años que, no sólo yo, sino casi todas mis compañeras más cercanas, profesionales increíbles con las que llevo bregando desde que empecé, hemos notado un bajón tremendo, por algo será”, ha dicho la portavoz de Hetaira, antes de abandonar la rueda de prensa para celebrar su cincuenta y cinco cumpleaños en un restaurante cercano.

22.3.11

Debatamos sobre los debates, ahora que tengo tiempo y que me he puesto de fondo la música de mi querido tío Carlos, que siempre inspira y relaja.

Supongo que me convendría más tener un blog sobre ficción, o televisión, hablar de historias, de series... de eso a lo que me quiero seguir dedicando algún día. Hoy podría hablar sobre la difícil decisión de esta noche: Modern Family o Downton Abbey. Pero mientras tanto, esto de las ideas sigue siendo mi vicio más personal...

Al lío. Estos días en Facebook he vuelto a provocar un intercambio de opiniones de los que me chiflan, no tanto por el tema del que se trataba (que también) sino sobre todo por la cantidad de cosas que las personas comunicativas soltamos impúdicamente sobre nosotros siempre que intentamos explicar por qué algo nos gusta o nos disgusta.

Tener buenos amigos es lo mejor de la vida, mucho más importante que el arte o los gustos (como le pasa a Miguel, estoy de acuerdo con todo lo que dice Rosa Montero aquí), pero es que debatir con calma es útil para dos cosas: conocer en profundidad a los amigos (fundamental para quererlos más y mejor) y apreciar en lo que vale la "intensidad" de las amistades: las relaciones más íntimas son ésas que resiten un debate a fondo, y la gente más cercana es ésa que sabe que puede permitirse llevarte la contraria. 

Por supuesto, no digo que los mejores amigos tengan que ser como yo, incontinentes verbales que disfruten de las polémicas cual enanos. Lo que digo es que cuando hay verdadero cariño uno sabe que, si lo necesita, puede ser él mismo. Ser sincero con el otro en el más amplio sentido de la palabra. Y si alguien que nunca parece en desacuerdo un día salta y nos lleva la contraria con vehemencia, la conclusión primera y más valiosa que tenemos que sacar es que nuestra opinión le afecta, que estima en algo nuestro criterio.

Pero la sinceridad no justifica las faltas de respeto. Y aquí llegamos a la parte espinosa, porque ¿qué es una falta de respeto cuando estamos intercambiando ideas contrarias? ¿No es muy difícil delinear la zona de juego limpio que media entre la "honestidad brutal" y el sangrehorchatismo? Es difícil, sí, pero creo que no imposible.
Por ejemplo, yo diría que éstas son faltas de respeto:

- Utilizar cosas personales del otro. Entendámonos, lo personal siempre está ahí, de nuestra personalidad dependen en última instancia nuestras opiniones... Pero eso significa que podemos hacer referencia a nuestra experiencia para explicarnos, no que podamos soltar conclusiones sobre la forma de ser del otro. Aunque las saquemos (y las sacaremos), un debate no es el momento de hablar de los traumas ni los afectos de nadie, ¡y menos públicamente! Si tienes confianza con esa persona, ya surgirá la ocasión. Y si no tienes confianza, todas las referencias personales (incluso las que parecen positivas) son peligrosas.
A: "Eso lo dices porque te acaba de dejar tu novio y estás sensible con el tema".
B: "Eso lo dices porque eres un pueblerino".
C: "Eso lo dices porque eres un amargado de mierda que merece morir en la silla eléctrica".


- Centrar las intervenciones en desautorizar las opiniones del otro más que en defender las nuestras. A veces es puro miedo a ser convencido, falta de seguridad. Otras es simplemente que somos unos cerrados del copón.

A: "Eso es lo que dicen en El País, deberías leer otros periódicos".
B: "¿Que te fascina esa película tan mala...? ¿No será que quieres epatar a esos colegas guays que tienes?"
C: "Qué cosas más raras se te ocurren, cualquier día acabarás en el manicomio disfrazado de oso hormiguero con un embudo en la cabeza y cantando Las cosas del querer".

- Hacer callar al otro. Como con todo, la cosa cambia si se hace de broma. Pero si buscamos realmente que el otro abandone o se avergüence de haberse expresado... sí, amigos, es una falta de respeto.
A: "Pues nada, sigue soltando burradas, yo ya he tenido bastante".
B: "Y a todo esto, ¿tú no tienes nada mejor que hacer que discutir en internet?".
C: "Cuando hayas visto los 217 capítulos de mi serie favorita tendrás derecho a hablar. Hasta entonces lo que digas sobre ella es un prejuicio, eres un insensible y haces llorar al Niño Jesús".

- Decir que el debate es estéril. Cuando sentimos esto es porque no estamos sacándole partido al punto de vista del otro, nos ciegan las ganas de ganarle como sea. Y como no lo conseguimos (un buen debate nunca se gana) nos frustramos y pisamos el freno por las bravas, cargándonos por el camino todo lo bueno que haya podido haber en el intercambio. Esto a veces no lo parece, pero para mí es una falta de respeto.
A: "No sé qué hago hablando contigo de este tema, no sirve de nada".
B: "No tendría que haberte contestado, olvídalo. Ya nos veremos".
C: "Di lo q quieras ijoputa q cuando te piye te va a comer tolos dientes sunormál d mielda".


[Si sueles decir cosas tipo A o B, asúmelo: no te gusta debatir, al menos no sobre ciertos temas. Evítalo y serás más feliz. Piensa que si no dices nada, nadie te llevará la contraria... ¡tendrás razón para siempre!
Por otro lado, si lo tuyo son las frases C, anímate a ser guionista. O mejor no, que está la cosa fatal]


Hay una cosa que no me parece estrictamente una falta de respeto, pero que tiene más peligro que Pío Moa en la cabalgata del Orgullo, y es hacer juicios negativos sobre algo que te han recomendado con cariño. Creo que eso hay que hacerlo sólo en primera persona y con mucha humildad. Porque una recomendación es un regalo (a veces literalmente), y quitarle valor a un regalo está feo. Por otro lado, si tú eres el "recomendador" también estás recibiendo información útil. Encájalo con optimismo: la próxima vez seguro que recomiendas mejor y traes más felicidad a este mundo cruel.

En cuanto a esos temas que por lo que sea nos tocan la fibra sensible y no nos permiten hablar con tranquilidad, la solución, insisto, es no debatir sobre ellos. No por tomarnos algo con mucho sentimiento tenemos derecho a imponer nuestro gusto o ideas como si fueran una religión. No hay nada tan objetivamente Bueno, Verdadero y Perfecto que compense tachar las opiniones de un amigo, por duras o tontas que nos suenen. Y tengamos en cuenta que cuando alguien está muy en contra de algo "nuestro", probablemente es porque también está metido en ello hasta el cuello, también se juega algo "suyo", algo positivo, aunque a primera vista no se aprecie fácilmente. Ser ateo, por ejemplo, no es sólo estar en contra de los religiosos.

En general, nunca debatas "en defensa propia". Si sientes que tienes que defenderte, eso no es un debate, es una guerra. Y ya se sabe, si hay una guerra y no vamos nadie...

Ah, y ojo a los detalles y a las formas. Despídete amable (o huye a la francesa, que también es elegante), quita hierro, sobre todo en las últimas intervenciones, y no quieras dejar mal sabor de boca en el otro, que si haces eso seguro que a ti se te queda uno aún peor.

Y no debatas cuando tu churri te está esperando para cenar. Que bastante tiene ya con aguantar según qué tonterías.

27.12.10

Empecé leyendo lo que opinaban los juristas (básicamente, que es peligroso sustituir los juzgados por una comisión administrativa en cuestiones como ésta de la "piratería", en la que no están en juego los derechos fundamentales de los ciudadanos, sino un sector económico muy concreto), seguí con lo que decían las asociaciones por la libertad y la neutralidad en internet (todos claramente en contra o con importantes reservas hacia la ley) y con el público "no creador" en general, que lógicamente está interesado en seguir disfrutando gratis de esas películas, series, canciones... que no puede o no quiere comprar en soporte físico. Y que no se siente muy culpable por ello, nos pongamos como nos pongamos.

Y al final, encontré opiniones en la dirección opuesta, algunas muy insultantes. A los críticos con la ley y a los que se descargan cosas gratis se les ha metido en el mismo saco y se les ha llamado "cinéfilos de domingo por la tarde" (se ve que el auténtico cinéfilo paga religiosamente por cada fotograma que ve), demagogos, populistas, o directamente ladrones. Y lo más curioso es que alguno de éstos se ha despachado a gusto sin entrar a hablar de si él/ella se baja cosas gratis o no. Me parece lo mínimo cuando llamas ladrón a varios millones de personas: incluirte a ti mismo en la definición o desmarcarte. Es poco honrado meterte con seriesyonkis cuando eres usuario habitual de esa o de otras webs similares, sobre todo si no le das al público esa información.

Otros no se han posicionado ni del todo a favor ni del todo en contra. Pero, aun siendo de los más interesantes, yo hubiera preferido que, además de ser moderados y no insultar a nadie, que siempre se agradece, hubieran llegado a una conclusión de sí o no sobre la ley. La mía es que no, la ley Sinde no es justa. Soy guionista y he ganado miles de euros en derechos de autor. Pero esa comisión, esté quien esté en ella, no me representa.

Al hilo de lo que ha dicho Natxo López, con el que casi siempre estoy de acuerdo y del que he aprendido mucho, se me ocurren otras preguntas:

- ¿Cómo es que los portavoces más activos en defensa de la ley Sinde son precisamente personas que pueden vivir de la industria cultural tal y como está?

- ¿Por qué hay tantas opiniones en contra de los que estamos en contra de la ley, y tan pocos alegatos inequívocamente a favor de ella? 

- ¿Por qué nadie de mi entorno defendía a Ramoncín (ni a Rosario, ni a Ana Belén y Víctor Manuel, ni a Bisbal...) durante todo este tiempo, cuando le humillaban y hasta le tiraban piedras, y ahora muchos apoyan a Álex de la Iglesia cuando dice exactamente lo mismo? 

- ¿Por qué si los intermediarios culturales están tan acorralados por la piratería se pueden permitir subir los precios sin parar, en lugar de bajarlos? ¿Por qué, ahora que puedo ver gratis casi cualquier película, ir al cine me cuesta casi 10 euros?

- ¿Decir que Telefónica se está lucrando con las descargas "ilegales" (los jueces no han opinado lo mismo en la mayoría de los casos) no es como decir que se está lucrando gracias al narcotráfico, porque hay traficantes que usan el teléfono para hacer sus negocios? ¿Tiene un proveedor que vigilar a sus clientes o responsabilizarse de lo que hacen?

- ¿No nos estaremos cegando pensando que el fin justifica los medios? ¿Quién va a "vigilar a los vigilantes" de la comisión cuando ya tengan las armas legales para decidir sin jueces?

Y haría muchas más, pero me voy a dar una vuelta que llevo dos días en la cama, como quien dice.

2.12.10

  Máscara

         - ¿Y Carlos, no viene?
         - Sí, mujer, es que lleva un espray de invisibilidad.
         - Cara de perro, chiste malo... A ver, ¿qué te pasa?
         - Hemos discutido. Mucho. Ha cogido un bolo de mierda, fatal pagado, en lugar de venir conmigo a tomar algo... Que es mi cumpleaños, tía.
         - Coño, es verdad. Felicidades.
         - Me acuerdo cuando empecé con él. Creía que salir con un cómico iba a ser divertidísimo...

* * *

Desengañaos, amigos, ellas no se enamoran de vosotros, sino del tío perfecto que podríais llegar a ser. Somos su jodida plastilina. El otro día se lo dije: ¡soy tu plastilina! Y me suelta: “Exacto. Eres amorfo, infantil y ensucias”.

* * *

         - También es que lleváis... ¿cuánto? ¿dos años?
         - Tres.
         - Uf, qué vieja soy... El caso es que hasta cierto punto es normal, ¿no? Si le surge una actuación, pues...
         - Ya, pero es que antes... no sé. Hacíamos planes de pareja. Íbamos a cenar, y al cine...
         - Teníais más dinero, también.
         - Que no, Marta, que el sexo es gratis. Antes, si estábamos un día entero en casa, acabábamos haciéndolo por la mañana, por la tarde y por la noche. Y ahora...

* * *

Todos los días le duele la cabeza. ¿Pero por qué se creerá que necesito su cabeza? A mí la cabeza me da igual, como si te pones una bolsa. Vale, esto es una burrada, pero es que estoy muy tenso, amigos, demasiado tiempo sin mojar. Me dice: “es que no estoy relajada, y yo si no estoy relajada...”, digo “ya, pero es que yo, para estar relajado, ¡tengo que follar!”, es como la pescadilla que se muerde la cola. Fíjate si estoy mal que pienso en una pescadilla mordiéndome la cola y se me pone dura...

* * *

         - ¿Crees que ya no le pones, o algo así?
         - No, no es eso, pero nunca ve el momento. Y en público ni me toca, la gente cuando nos conoce ni se huele que somos pareja.
         - ¿No le estarás dando demasiada importancia? Todo el mundo tiene rachas. A mí con Javi me pasaba de vez en cuando, y no es que rompiéramos por eso, precisamente.
         - ¿Y quién ha hablado de romper?
         - Nadie... ¿Por qué estás tan susceptible?

* * *

Luego están los famosos “días” que tienen las chicas. “Hoy no me tengas en cuenta el mal humor, es uno de esos días”. “Hoy si te meto en el dedo en el ojo haz como si nada, es uno de esos días”. “Hoy no podemos follar, es uno de esos días”. Coño, pues usa la cabeza, ¡para una vez que sirve de algo!

* * *

         - Marta... Tú no has visto a Carlos en el escenario últimamente, ¿verdad?
         - No. ¿Qué pasa, no es gracioso?
         - Sólo habla de mujeres, de los problemas que tiene con su novia.
         - ¿Sí?
         - Y es súper soez. Los chistes van de que ella nunca quiere follar, de lo sosa que es en la cama... cosas así.
         - Pero eso es... enfermizo.
         - Ahora me entiendes, ¿eh?
         - ¿Por qué no me lo habías contado?

* * *

Y qué manía con hablar de todo, ¡todo el rato! “Yo es que para hacer el amor necesito mucha comunicación”. A ver qué le contestas. Primero: sácatela de la boca, que no se te entiende nada. Segundo: Yo NO necesito comunicación, ¿es que mis necesidades no cuentan? “Sí, Carlos, claro que cuentan”. ¡Pues sigue chupando, joder!

* * *

         - Él dice que sólo es trabajo, que le doy demasiadas vueltas. Que hay que adaptarse al público, que el humor es para las masas, no para minorías...
         - Minorías, esa sí que es buena. La verdad es que me has dejado k.o., siempre he pensado que estaba enamoradísimo de ti.
         - Es que eso es lo más triste, que me adora. Me mira de una forma... como si yo fuera lo único valioso que tiene, ¿sabes...? Como desesperado. Lo absurdo es que en lugar de agarrarse a eso y ser feliz, cuanto más en serio vamos más se asusta.

* * *

Uno de los peores momentos de tener pareja es conocer a los padres de ella. Y si eres el primer novio... entonces es mejor que te pegues un tiro en los huevos, directamente. Porque su padre aún se está aferrando a la fantasía de que su hija será virgen toda la vida. Digo yo que pensarán: “por lo menos que sea lesbiana”. Y cuando me ven a mí entienden que ni una cosa ni otra, que a su niña la estoy dando con todo lo gordo. Una vez al año, pero con todo lo gordo.

* * *

         - Y no es que no le entienda, Marta, pero me duele. A mí también me costaba lanzarme, tardé años en tener relaciones serias con hombres, tú lo sabes.
         - Y tanto. Cuando te conocí parecía que te gustaban las tías, con aquellas camisas de franela... Estuve por tirarte los trastos más de una vez.
         - ¿Sí? Pues mira, seguro que nos habría ido mejor. Por su culpa estoy que vuelvo a planteármelo todo y a tener miedo de todo. Ya me da igual si es por trabajo, por su familia o porque es un cobarde, no puedo perder más tiempo de mi vida con alguien que a su edad sigue en el armario profundo.
         - ¿Estás seguro? Quiero decir, mi amigo eres tú, y si no eres feliz no hay más que hablar. Pero Carlos y tú... Aunque él sea así, tan reservado, pensaba que os iba bien.
         - Contigo parece timidez, pero cuando estamos con sus colegas cómicos, o con sus hermanos, es mucho peor. Se hace el machito, se avergüenza de mí...
         - No, no llores... Ven aquí. Si la cosa está así, le mandas a la mierda y que se busque a otro. A a otra, pero a ti que te deje en paz.
         - No puedo más, Marta. Por mucho que le quiera... esto se acabó. 

* * *

Así que he pensado que se acabó, amigos. Paso de no follar, de rollos hormonales y de ñoñerías. Lo habéis adivinado: me voy a hacer maricón, ¡buenas noches!

17.11.10

¿Qué es filosofía?
A raíz de varias conversaciones interesantes, sobre todo con Fran Nixon, últimamente me he vuelto a preguntar qué es realmente la filosofía. ¿Cómo puedo decir que me interesa algo que no considero un campo separado del conocimiento, ni de la vida, casi? ¿A qué llamo yo filosofar, si me parecen filósofos personas totalmente diferentes entre sí, si pienso que todos lo hacemos, a veces a nuestro pesar? Sería como decir que me interesa respirar, o que me gusta haber nacido en una sociedad... y quizá algo hay de eso, de pura celebración de lo inevitable.

El caso es que creo, también al hilo del comentario de Fran, que algo hay de mística en casi toda la filosofía más prestigiosa, más considerada como "pura" filosofía. Porque cuando algo está muy pegado a la realidad lo llamamos ciencia, y cuando abstraemos mucho y perdemos de vista lo físico (o creemos hacerlo), hay quien piensa (yo no) que estamos haciendo semiótica, que estamos hablando no de la vida, sino de lenguaje, definiendo definiciones, dando vueltas a las palabras, construyendo estructuras como quien hace crucigramas... En la mala filosofía hay mucho de eso. Un místico en cambio asume que su discurso no es racional, ni ordenado, ni falta que hace, que es puro sentimiento, basado en algo tan propio del ser humano como las matemáticas, o quizá más, y ese trasfondo está en mucha de la filosofía que me gusta. Lo gracioso es que yo de mayor quiero ser empirista...

También con Fran medio hablaba el otro día de Gustavo Bueno. No tengo una opinión bien fundada de él como filósofo porque le he leído muy poco (como persona creo que da pistas suficientes cada vez que aparece en televisión). Pero me da la sensación (corregidme si toca) de que tiende a hacer eso que decía: darle vueltas a los conceptos, analizar otros análisis, en lugar de lanzarse de cabeza a la vida como Nietzsche, o Epicuro, o Platón. La prueba de que no quiere zambullirse es que está seguro de lo que dice. Sobre todo estoy pensando en eso de decirnos a los demás que no somos realistas cuando hablamos de felicidad, por ejemplo, sin darnos cuenta de que sólo estamos hablando del significado, histórico, relativo, de la palabra "felicidad"... Da la sensación de que nunca la ha sentido; es como cuando los curas hablan del amor matrimonial, que no te lo crees y te dan hasta penica. Y es que hacer metatodo (metafilosofía, metapoesía -o soepía-... ¡metaamor!) y no saber dejar nunca la autoconsciencia de lado... eso no es darse una buena vida, amigos, y la vida es muy corta.

Estaba claro que no iba a conseguir ser breve...

Vale, pues sentencio. La filosofía, aún hoy, tiene mucho que ver con lo que dice su etimología: amor al conocimiento. Yo añadiría que también es el conocimiento aplicado al amor. Es decir, cuando un científico nos cuenta su teoría de la luz, es ciencia, pero cuando nos cuenta cómo determinado descubrimiento sobre la luz le dio un motivo para vivir y le hizo encontrar su lugar en el mundo... eso es filosofía. Cuando un científico nos ayuda a decidir dónde plantar determinada especie o qué comer para vivir más años, eso es ciencia. Cuando nos ayuda a quitarnos importancia haciéndonos ver el cosmos entero, o cuando nos habla de la muerte concienciándonos del valor de la vida, es filosofía. Cuando estudiamos algo para aprobar un examen adquirimos conocimiento sin amor (pasión, querencia, impulso hacia fuera...) Si estudiar algo nos deja la sensación de que haber nacido humano es el puto premio gordo de la lotería (o de que el mundo es un valle de lágrimas), eso es que, al menos en parte, hemos aprendido filosofía.