22.3.11

Debatamos sobre los debates, ahora que tengo tiempo y que me he puesto de fondo la música de mi querido tío Carlos, que siempre inspira y relaja.

Supongo que me convendría más tener un blog sobre ficción, o televisión, hablar de historias, de series... de eso a lo que me quiero seguir dedicando algún día. Hoy podría hablar sobre la difícil decisión de esta noche: Modern Family o Downton Abbey. Pero mientras tanto, esto de las ideas sigue siendo mi vicio más personal...

Al lío. Estos días en Facebook he vuelto a provocar un intercambio de opiniones de los que me chiflan, no tanto por el tema del que se trataba (que también) sino sobre todo por la cantidad de cosas que las personas comunicativas soltamos impúdicamente sobre nosotros siempre que intentamos explicar por qué algo nos gusta o nos disgusta.

Tener buenos amigos es lo mejor de la vida, mucho más importante que el arte o los gustos (como le pasa a Miguel, estoy de acuerdo con todo lo que dice Rosa Montero aquí), pero es que debatir con calma es útil para dos cosas: conocer en profundidad a los amigos (fundamental para quererlos más y mejor) y apreciar en lo que vale la "intensidad" de las amistades: las relaciones más íntimas son ésas que resiten un debate a fondo, y la gente más cercana es ésa que sabe que puede permitirse llevarte la contraria. 

Por supuesto, no digo que los mejores amigos tengan que ser como yo, incontinentes verbales que disfruten de las polémicas cual enanos. Lo que digo es que cuando hay verdadero cariño uno sabe que, si lo necesita, puede ser él mismo. Ser sincero con el otro en el más amplio sentido de la palabra. Y si alguien que nunca parece en desacuerdo un día salta y nos lleva la contraria con vehemencia, la conclusión primera y más valiosa que tenemos que sacar es que nuestra opinión le afecta, que estima en algo nuestro criterio.

Pero la sinceridad no justifica las faltas de respeto. Y aquí llegamos a la parte espinosa, porque ¿qué es una falta de respeto cuando estamos intercambiando ideas contrarias? ¿No es muy difícil delinear la zona de juego limpio que media entre la "honestidad brutal" y el sangrehorchatismo? Es difícil, sí, pero creo que no imposible.
Por ejemplo, yo diría que éstas son faltas de respeto:

- Utilizar cosas personales del otro. Entendámonos, lo personal siempre está ahí, de nuestra personalidad dependen en última instancia nuestras opiniones... Pero eso significa que podemos hacer referencia a nuestra experiencia para explicarnos, no que podamos soltar conclusiones sobre la forma de ser del otro. Aunque las saquemos (y las sacaremos), un debate no es el momento de hablar de los traumas ni los afectos de nadie, ¡y menos públicamente! Si tienes confianza con esa persona, ya surgirá la ocasión. Y si no tienes confianza, todas las referencias personales (incluso las que parecen positivas) son peligrosas.
A: "Eso lo dices porque te acaba de dejar tu novio y estás sensible con el tema".
B: "Eso lo dices porque eres un pueblerino".
C: "Eso lo dices porque eres un amargado de mierda que merece morir en la silla eléctrica".


- Centrar las intervenciones en desautorizar las opiniones del otro más que en defender las nuestras. A veces es puro miedo a ser convencido, falta de seguridad. Otras es simplemente que somos unos cerrados del copón.

A: "Eso es lo que dicen en El País, deberías leer otros periódicos".
B: "¿Que te fascina esa película tan mala...? ¿No será que quieres epatar a esos colegas guays que tienes?"
C: "Qué cosas más raras se te ocurren, cualquier día acabarás en el manicomio disfrazado de oso hormiguero con un embudo en la cabeza y cantando Las cosas del querer".

- Hacer callar al otro. Como con todo, la cosa cambia si se hace de broma. Pero si buscamos realmente que el otro abandone o se avergüence de haberse expresado... sí, amigos, es una falta de respeto.
A: "Pues nada, sigue soltando burradas, yo ya he tenido bastante".
B: "Y a todo esto, ¿tú no tienes nada mejor que hacer que discutir en internet?".
C: "Cuando hayas visto los 217 capítulos de mi serie favorita tendrás derecho a hablar. Hasta entonces lo que digas sobre ella es un prejuicio, eres un insensible y haces llorar al Niño Jesús".

- Decir que el debate es estéril. Cuando sentimos esto es porque no estamos sacándole partido al punto de vista del otro, nos ciegan las ganas de ganarle como sea. Y como no lo conseguimos (un buen debate nunca se gana) nos frustramos y pisamos el freno por las bravas, cargándonos por el camino todo lo bueno que haya podido haber en el intercambio. Esto a veces no lo parece, pero para mí es una falta de respeto.
A: "No sé qué hago hablando contigo de este tema, no sirve de nada".
B: "No tendría que haberte contestado, olvídalo. Ya nos veremos".
C: "Di lo q quieras ijoputa q cuando te piye te va a comer tolos dientes sunormál d mielda".


[Si sueles decir cosas tipo A o B, asúmelo: no te gusta debatir, al menos no sobre ciertos temas. Evítalo y serás más feliz. Piensa que si no dices nada, nadie te llevará la contraria... ¡tendrás razón para siempre!
Por otro lado, si lo tuyo son las frases C, anímate a ser guionista. O mejor no, que está la cosa fatal]


Hay una cosa que no me parece estrictamente una falta de respeto, pero que tiene más peligro que Pío Moa en la cabalgata del Orgullo, y es hacer juicios negativos sobre algo que te han recomendado con cariño. Creo que eso hay que hacerlo sólo en primera persona y con mucha humildad. Porque una recomendación es un regalo (a veces literalmente), y quitarle valor a un regalo está feo. Por otro lado, si tú eres el "recomendador" también estás recibiendo información útil. Encájalo con optimismo: la próxima vez seguro que recomiendas mejor y traes más felicidad a este mundo cruel.

En cuanto a esos temas que por lo que sea nos tocan la fibra sensible y no nos permiten hablar con tranquilidad, la solución, insisto, es no debatir sobre ellos. No por tomarnos algo con mucho sentimiento tenemos derecho a imponer nuestro gusto o ideas como si fueran una religión. No hay nada tan objetivamente Bueno, Verdadero y Perfecto que compense tachar las opiniones de un amigo, por duras o tontas que nos suenen. Y tengamos en cuenta que cuando alguien está muy en contra de algo "nuestro", probablemente es porque también está metido en ello hasta el cuello, también se juega algo "suyo", algo positivo, aunque a primera vista no se aprecie fácilmente. Ser ateo, por ejemplo, no es sólo estar en contra de los religiosos.

En general, nunca debatas "en defensa propia". Si sientes que tienes que defenderte, eso no es un debate, es una guerra. Y ya se sabe, si hay una guerra y no vamos nadie...

Ah, y ojo a los detalles y a las formas. Despídete amable (o huye a la francesa, que también es elegante), quita hierro, sobre todo en las últimas intervenciones, y no quieras dejar mal sabor de boca en el otro, que si haces eso seguro que a ti se te queda uno aún peor.

Y no debatas cuando tu churri te está esperando para cenar. Que bastante tiene ya con aguantar según qué tonterías.

6 comentarios:

Bobo. dijo...

¡¿Pero qué quieres debatir muchacha?! Si tu argumentación no admite puntualiación, qué barbaridad :)

Raquel Márquez dijo...

Jajajaj, gracias, Gon, eso me consuela, y rompe con la maldición del "0" comentarios que provoca el jodío Facebook :D

admin dijo...

Hay mucha gente que se toma las discusiones de una manera muy personal, ciertamente. Defienden a tal político o estrella de cine como si fueran de su familia, o como si el tener la razón -y que el otro se entere de ello- fuera un motivo de "honor" o de orgullo.

Personalmente no me cuesta nada perder la razón si me encuentro con alguien que está claro que sabe más que yo en un tema.

A mí me gustan las discusiones en las que aprendo cosas. Se llegue o no a un acuerdo, siempre me gusta terminar una charla con la sensación de que ha merecido la pena... como contigo y Miguel, claro está :D

Raquel Márquez dijo...

Vosotros sí que moláis :D

Es muy importante eso que dices: cuando el otro sabe más que tú, es cuando más se aprende. ¿Para qué gastar energías en disimular o justificarte, cuando puedes usarlas para ampliar tu punto de vista?

Por ejemplo, hace no tanto tiempo, yo no podía ver un militar sin sentir una incomprensión grandísima. Ahora sé que existen militares que odian la guerra más que muchos pacifistas de boquilla, aunque sólo sea porque la conocen a fondo. Otro día de éstos igual saco el tema...

Cigarra dijo...

¿Qué hago yo sin venir por este blog desde hace tantísimo tiempo?
Todo el post, formidable, pero la frase: "No hay nada tan objetivamente Bueno, Verdadero y Perfecto que compense tachar las opiniones de un amigo, por duras o tontas que nos suenen." es de las que apunto para no olvidarla.
Un saludo de esta oveja perdida y reencontrada (por usar un simil evangélico, que se que te va a hacer gracia...)

Raquel Márquez dijo...

Jajajaja, mil gracias, Cigarra, me hace mucha ilusión viniendo de ti. Cuantas más veces te leo más cuenta me doy de que tengo tannnnto que aprender...