25.9.06

encadeno, encadena

porque mi vida yo la he aprendido a vivir así
así, así, así gana el madrid
de madrid al cielo
cielo profundo y pálido
pérdida anómala del color de las membranas mucosas o de la piel
me meto en la piel del personaje
deja de actuar
la libertad no es poder actuar arbitrariamente
(justo así, así, así gana el madrid)
de madrid al cielo
cielo pesado y oscuro
todo deseo tiene un objeto y éste es siempre oscuro
no hay deseos inocentes
la santidad es un don
hola don pepito
un pepito de ternera, por favor
hágame el favor
hágalo
just do it
vive la vida
cómprate un coche
coche grande ande o no ande
la marimorena
dale a tu cuerpo alegría
la bebida moderada es salud para el cuerpo y alegría para el alma
un amigo fiel es un alma en dos cuerpos
(dale a tu cuerpo alegría)
soy fiel al personaje
deja de interpretar
hermeneuta compulsiva
fotocopia compulsada
sé más original
vive la vida creando
hacer un poema como la naturaleza hace un árbol
plantar un árbol como la naturaleza te trajo al mundo
dios está desnudo
dios con un gitano
brazo de gitano
brazo de mar
mar pesado y oscuro
oscuro objeto de deseo
si se hace realidad
la realidad es un don
hola don josé
pasó usted ya por casa
cásese
tenga hijos
tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro
escribir un árbol como la naturaleza crea a dios
escribir lo que sea, pero escribir
escribir incluso esto
encadenar esto de alguna forma
en cadena

12.9.06

La soportable levedad del ser

Tengo la cabeza aún llena de datos: fechas, facturas, faxes, pequeños problemas... Tengo que intentar relajarme, abstraerme lo que queda del día de los asuntos del trabajo. Ni siquiera es útil que piense en ellos ahora que estoy fuera. Mira el paisaje, piensa en la cita de luego, date un respiro.

Míralo por el lado bueno: le doy vueltas a estas cosas porque mi trabajo, en cierto sentido, es importante. Quizá no cambie el mundo a gran escala, pero en la oficina soy importante, tengo un papel que me justifica, que me da cierta entidad. Mi vida tiene algo importante, estoy sujeta a algo.

Me preocupa si mi trabajo no es prestigioso o ambicioso... Pero no desanimarme. En realidad lo importante nunca es el trabajo. Donde soy verdaderamente necesaria es aquí, en mi tiempo libre. Mi familia me necesita, mi novio, mis amigos. Eso es lo que me une a la vida, eso es lo que me da un sentido. Por eso soy importante. Ése es mi momento de protagonismo, mi vida personal.

Pero no, no soy necesaria, no puedo engañarme. Los que me quieren pueden vivir sin mí, el mundo seguirá dando vueltas cuando me vaya, da vueltas aunque yo me encierre entre cuatro paredes, aunque me volviera loca y no entendiera el mundo seguiría existiendo todo... porque soy una minúscula parte de lo que hay... ¡casi casi no existo! ¡No tengo ninguna importancia...!

... Oh...
... qué descanso.

10.9.06

Los cuentapelis

Acabo de terminar un libro de Stanislaw Lem, La investigación, que me parece increíble y que no he disfrutado como hubiera podido. Aparte de que últimamente no consigo leer durante horas seguidas (o me duermo, o siento una extraña vaguería-miedo a empezar a leer...), algo que antes hacía continuamente y que ya de por sí contribuye a que las cosas me impacten, ha sido imposible recibir ingenuamente lo que sucede en la historia porque algún imbécil decidió “contar la peli” en la contraportada.

Se puede pensar que un cuentapelis es el que da información sobre la trama antes de tiempo. Pero no, no me refiero a la actitud impremeditada del que avisa en los momentos clave de una película de misterio: “mira, mira esto, que si no no entenderás lo que pasa”, o del que, admirado por el argumento, no puede evitar soltar frases inoportunas cuando explica su admiración: “esto te parecerá sorprendente, pero es que verás después, verás después...” No. Hablo de algo mucho peor. Hablo del crítico que se atreve a interpretar por mí, a entresacar el mensaje o a explicarme por qué debo apreciar la obra.

Yo siempre he sido muy dada a explicar por qué aprecio algo; intento racionalizar, o al menos, comunicar de una forma coherente algo que las más de las veces es una reacción instintiva, no “justificable”. Pero aunque el apasionamiento haga que queramos gritar a los cuatro vientos nuestra visión de las cosas, no tenemos derecho (y sí, hablo de Derecho en este contexto) a contar la peli en la contraportada o –aún peor— en la introducción.

Porque, digo yo, cuando un crítico cuenta la peli en este sentido, sólo hay dos opciones:

  • No dice nada importante, se limita a hacer un halago innecesario.
  • Dice algo realmente importante, algo sin lo cual la historia no sería lo que es. En este caso, si hace este trabajo, a veces complicado, supongo que es porque cree que no todo receptor competente va a entender la obra tan bien como él. Si creyera que la obra se explica por sí misma debería adoptar la actitud más humilde posible: no decir nada, o como mucho hacer un halago innecesario.

La conclusión lógica es: al lector, o espectador, en el mejor de los casos (cuando el crítico consigue dar con algo importante que decir y que es de verdad pertinente) o bien le chafan la magia de la ficción o bien le pasan por las narices su propia ignorancia o insensibilidad. Porque si al leer el libro o ver la película no da por sí solo con esas claves básicas, es indudable que no puede disfrutar la obra al máximo aunque condescendamos a explicársela. Simplemente, no tiene lo que hay que tener para sentir el placer que sí ha sentido el crítico.

En fin, os recomiendo que leáis La investigación, que es un libro muy especial, pero, si tenéis la edición de Libro amigo, de Bruguera, no se os ocurra leer la contraportada.