28.10.06


A estas alturas (de autoconsciencia de escritora) no sé cómo puedo contenerme. No sé cómo puedo pasar semanas sin deciros cosas como las que me cruzan el cerebro de lado a lado sin pasar por la casilla de salida (y sin cobrar las 20.000 pesetas, como en el Monopoly).


A estas alturas, no sé cómo aún no me he rendido a la realidad, a la verdad caótica de que todo es falso, de que todo es ficción. De que Bertrand Russell, con su búsqueda de bases rigurosas para la ciencia, es lo mismo que las fantasías de Borges. A estas alturas, no sé cómo a veces creo en la razón, cómo me resisto a ver que la casualidad no existe y que todo es psicología, que el empirismo y el idealismo están juntos, que mi mente es tan real como la cotización de la bolsa (de hecho, es muchísimo más real).

¿Por qué siempre leo textos tan interconectados? ¿Por qué cuando conecto con alguien ha leído las mismas cosas? ¿Formo un orden personal ficticio a mi alrededor o la mismísima realidad entera está ordenada y formo parte coherente de ella como el personaje de un libro (ficiticio)? ¿Es sólo que el mundo es tan limitado que coincido siempre con lo mismo? ¿O es tan infinito que nada nuevo se puede decir de él, tan inacabable que sólo es una idea?

Aún no he acabado El conocimiento humano y se me cruza de casualidad Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, donde Borges cita un trozo de The analisis of mind (Russell) que está casi palabra por palabra en El conocimiento. El trozo en cuestión trata de la posibilidad lógica de que hayamos nacido ayer con un pasado imaginado en el cerebro. Es factible porque si vamos hacia atrás, si seguimos el estricto razonamiento lógico, tenemos que aceptar que sólo la memoria individual nos garantiza el conocimiento. Ya cité esta frase de Sartre: “Los objetos concretos desaparecidos son pasados en tanto que forman parte del pasado concreto de un superviviente (...) Y los muertos que no han podido ser salvados y transportados a bordo del pasado concreto de un superviviente no son pasados, sino que sus pasados y ellos están aniquilados”. Es temible y liberador a la vez...

Pero no sólo eso, Borges habla también del solipsismo (a grandes rasgos, la increíble teoría de que “sólo yo existo”, que posiblemente será lo siguiente de lo que hable aquí), de las filosofías del tiempo y del espacio, de las estructuras lingüísticas, de la continuidad de los sucesos, de la materia... Únicamente un pequeño salto como sólo él puede darlo, ligerísimo, hace del cuento de Borges un cuento. Toda la ficción no es más que filosofía y -más cierto aún- toda la filosofía no es más que una ficción bien trabada, una construcción que no tiene más merito -ni menos- que la talla de un escultor paciente y minucioso. Instrucciones para hacer un puente son ciencia, instrucciones para no caerse desde él son ciencia, pero las matemáticas y la física en sí mismas, aunque han ayudado a construirlo, son más o menos que ciencia, son otra cosa, son grandes cuentos, son tan útiles como los cuentos.

Luego está el lenguaje. Sólo porque quiero escribir, porque es un deseo del que no puedo escapar, me apasiona tanto el lenguaje. Casi me duele cuando leo una palabra o una frase que, como tan bien y tan sinceramente dice Laura, “tendría que haber sabido escribir yo” (y justo ésa es una de las frases de Laura que tendría que haber sabido escribir yo)... Pero es un dolor fructífero y tan hermoso... Borjes quiere decir de un inglés que era flemático y solitario, pero consigue decir mucho más que eso cuando escribe: “En vida padeció de irrealidad, como tantos ingleses; muerto, no es siquiera el fantasma que ya era entonces”. ¡Qué clase de genio, qué inspiración tan sencilla y anonadadadora puede llevar a escribir precisamente eso, con ese orden inesperado, con esa fluida economía de palabras, con esa riqueza! Somos menos reales cuando nos aislamos, esa idea me ha obsesionado siempre. Cuántas veces escribí en mi diario cosas parecidas a “estoy sola, escribo para existir, porque sólo se existe para alguien, y escribir es hablar con alguien, con quien lo lea en el futuro, conmigo misma en el futuro...” Y claro que es un lugar común, porque todos estamos conectados, porque todo es lo mismo.

El lenguaje... Quiero que el lenguaje -y por tanto la realidad- siga siendo en parte misterioso, Indeterminado. Sólo así puedo explicar el miedo atroz, que cobardemente llamo pereza, a tomarme en serio la escritura. Meses he pasado con una hojita de papel como marcapáginas, en la que escribí varias palabras para buscar en el diccionario. No las busqué antes no por vaguería como creía, sino más bien porque eran geniales así, solas, sin “correlato real” que dicen los filósofos. Eran palabras que encontré en Henry Miller: almádena, alcaravea, derviche, escabioso, panoplia, emascular... Hoy decidí justo antes de escribir todo esto buscar en mi María Moliner (gracias otra vez a M., el vampiro de Dusseldorf, por estas otras dos emes) la primera que me viniera a la cabeza. Ha sido alcaravea: “(del ár. and. «alkarawíyya», y éste del gr. «karØ», a través del arameo; Carum carvi) f. Planta umbelífera, cuyas semillas, llamadas «carvi», tienen propiedades carminativas y estomacales, y se emplean como condimento”. (Henry Miller también estaba enamorado de las palabras; casi podría asegurar que nunca vio esta planta, sé que tenía varios libros de botánica y que usaba las palabras como amuleto, las soltaba para provocar sensaciones ideales, no para describir. Y eso no hace falsos sus textos sino aún más apasionados: era tan romántico que prefería su mente a la realidad y también comprendió que son lo mismo.)


Lo mejor es que lo Indeterminado no se acaba nunca, sus límites son borrosos y por tanto no pueden funcionar como límites. En la práctica, lo que no se determina es infinito. Tendría que buscar varias de esas palabras de la definición de alcaravea, pero me quedaré con que carminativas, por ejemplo, debe de tener algo que ver con el corazón, con el color rojo y con los claveles.

16.10.06

Aunque he abusado mucho de la ironía en el humor...

... me sigue haciendo reír cuando se emplea con seriedad:

" LEYES CAUSALES. La utilidad práctica de la ciencia depende de su capacidad para predecir el futuro. Cuando se arrojaron las bombas atómicas, se esperaba que murieran grandes cantidades de japoneses, y murieron. Tales resultados altamente satisfactorios han originado en nuestros días admiración por la ciencia, que obedece al placer que obtenemos de la satisfacción de nuestra ansia de poder. Las comunidades más poderosas son las más científicas, aunque no son los hombres de ciencia quienes esgrimen el poder que confiere su conocimiento. Por el contrario, los hombres de ciencia están sumergiéndose rápidamente en la condición de prisioneros del Estado, condenados a un trabajo forzado por amos brutales, como los djinns de Las mil y una noches. Pero no perdamos más tiempo en tan placenteros temas. El poder de la ciencia se debe a su descubrimiento de leyes causales, y de ellas nos ocuparemos en este capítulo".

De nuevo Bertrand Russell en El conocimiento humano, 1948.

14.10.06

Es curioso cómo en los sueños sí somos capaces de arramplar con todas las normas lingüísticas, eso que tanto me cuesta en textos fallidos como el de la entrada anterior. Cuanto más lo leo más inofensivo, aburrido y predecible me parece. Y sin embargo ayer, en ese estado intermedio antes de dormirme del todo, tuve claramente la visión de una anciana a punto de saltar de un sitio alto mientras abajo un hombre quería decirle “ánimo, salta, olvídate de todo, no te reprimas, sé espontánea...” y conseguía expresar todos los matices de esa idea con una sola palabra pronunciada en voz alta. Despreocupado, sin ninguna intención de insultar, se limitaba a gritar: “¡podrida!”

3.10.06

Escritura semiautomática 33 y 1/3
¿eres tú la de los mejillones en flor, la de los congrios en salsa verde, la de la madeja kilométrica? ¿acaso eres tú la de los lirios esqueléticos, la de la noria sin plumas? ¿la de la tienda de ultramarinos, tal vez...? cambias mucho sin el delantal, gacela mía.
es que aquí huele a morcillas
pero no era así...
esto se está convirtiendo en una poesía
que alguien lo pare
un chascarrillo más, monja monjísima de burdel y te cagas lapatabajo
zorrrrra
subsanando la salud se obtiene fructífera y bonita enfermedad barata de congestión idónea. salve césar, dios te ave maría por sevilla ida y vuelta en menos de lo que canta un osito de goma afónico. si tú eres la bien pagá dame lo que me debes que te construiré un pisito en torremolinos para pasar nuestros estertores en casta amistad pagana.
subnormales profundos, cuando empiezo a insultaros disfruto como aquel cedazo apuesto del pacífico sur que en bolingas instaba a mi familia a alistarse en el pozo abismal: "tú y yo felices en el pozo abismal" (no encontrará esta pesadilla bélica en las tiendas). sí señor.
esto se está convirtiendo en una morcilla
y es mucho mejor que el texto
cuando hablo de morcilla quiero decir grandes tetas
aceitosas, rellenas de arroz y embutidas en una película plástica difícil de identificar sin gafas
(un osito de goma sordo no fue capaz tras diez intentos y medio según certifica un notario anónimo escondido en las Malvinas)
[la poesía de troncharme del señor Antipirina]
me pertrecho de los títeres más frescos, enjaulados tras la inflación navideña y qué me encuentro? otra vez a tí, larva pegajosa, pimiento rocoso y rococó bordeado de flujo vaginal adormecido. ¿es que no tienes nada mejor que hacer? ¿es que no te sientes suficientemente humillado por mi lengua doble viperina heterodoxa? te voy a dar una leche que hará saltar en suma jactancia todos los primeros interruptores, los últimos acordes de luz, los sabios sastres armenios y demás. y si aún crees que tu cuello de pico puede salvarte de mi proa transatlántica estás muy equivocado porque invoco a los vigías de las atalayas del norte en un pis-pas y hasta luego cocodrilo pornográfico.
[el párrafo gilipollas del señor Antipirina]
ahora vamos en avión. por la derecha pueden contemplar anonadados la vidriosa frontera alámbrica de mi desesperación; por la izquierda, solo si tienen canas, verán aparecer en progresiva carrera la repentina imagen de mi esparcimiento tímido. ante todo, no huyan. recuerden que más se hizo por salvar troya y al final se la llevó el viento a japón de donde no ha vuelto a salir sin su chubasquero azul.
no voy a seguir intentando intuir lo que se espera de mí porque soy una mujer independiente-bla-bla-bla. no estoy preparada para dejar de hablar como un gorrino escocido. espero al menos acabar el trimestre hablando como una hiena zurda. sin embargo, la última vez que estuve en pompella no me acosté con ningún emperador porque las instrucciones de la batidora eran terminantes: soy la batidora y vive dios que no te acostarás con ningún mandatario absoluto mientras tengas la regla [señor Antipirina, por favor, un respiro, tómese un perrito caliente o algo]
que no tenga sentido no es garantía segura de su calidad en lo que a literatura se refiere. suerte que a mí la literatura me importa un rábano adjetivado con algo que no se me ocurre.