Me dediqué a la magia con más intensidad cuando era estudiante en la Universidad de Chicago. No fui nunca un mago de escenarios; entretenía a pequeños grupos en fiestas privadas y más a menudo en las mesas de distintos clubes nocturnos (...) En una mesa en la que actuaba estaba el hombre más escéptico que he conocido en mi vida. Estaba allí sentado, fumando en pipa, y nada de lo que pudiera hacer llamaba su atención. Fui haciendo mis trucos cada vez más sorprendentes, pero en vano. Después de veinticinco minutos de esfuerzo creciente, al final hice mi mejor jugada, ante la cual, se sacó la pipa de la boca, pegó un puñetazo en la mesa, y dijo airadamente: “¡Eso es un truco!”
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También se cuenta la historia sobre Epiménides, que se interesó en la filosofía oriental e hizo una gran peregrinación para reunirse con Buda. Cuando finalmente lo encontró, Epiménides dijo: “He venido para hacer una pregunta. ¿Cuál es la mejor pregunta que se puede hacer, y cuál es la mejor respuesta que se puede dar?”
Buda contestó: “La mejor pregunta que se puede hacer es la pregunta que acabas de hacer, y la mejor respuesta que se puede dar es la respuesta que te estoy dando”.
Raymond Smullyan, 5000 años A.C. y otras fantasías filosóficas