8.11.05

Aciago Cioran

Hace unos años leí El aciago demiurgo y tuve sacudidas orgásmicas una tras otra. No se puede decir que sea completamente admirable: de un tiempo a esta parte sólo admiro de verdad a personas felices -no siempre sin problemas, pero sí con predisposición a la felicidad- y me parece que Cioran se esforzó a conciencia toda la vida en revolcarse en su mierda (claro que ése es sólo el Cioran pensador, el personaje que escribe en primera persona en su obra). Lo que me deslumbró fue su desarmante sinceridad, y también su valor literario, por lo preciosa y fluidamente que está escrito, por lo fácil que resulta identificarse y hasta liberarse a través de él. Podría intentar comentar sus libros con detalle, pero me parece más innecesario que nunca ejercer de comentarista; no veo nada que añadir a algo tan autoconsciente, así que lo único que haré es recomendároslo. Ejem: os recomiendo que lo leáis.

Es algo así como anti-autoayuda, así que los que prefieren inyecciones de optimismo suelen odiarlo. Es bastante lógico perder la paciencia porque es un mártir con toda la carga despectiva de la palabra, pero está visto que leído con alegría todo lo exagerado por negativo que suene a mí me da la vía y me quita el sentío. Me afectó tanto que me atreví a buscar la estética en ciertas consideraciones sobre mí misma que antes de Cioran me hubieran parecido trozos de diario con los que nadie querría cargar como lector. Y sin embargo ahora, por culpa de él y de mi exhibicionismo, os toca tener la opción de leerlas. El archivo de mi ordenador tiene el pedante título de Cioraniana, porque una artista postmoderna que no me interesó nada tuvo al menos la honestidad de llamar Duchampiana a unos "homenajes" que hizo al caradura ése que se inventó lo del "ready made". Dios los cría y ellos se influyen...


Cioraniana (I)

¿Cómo entender el problema de la patria si se es plenamente incapaz de salir del propio yo? Si mi esencia me es ajena, si cada gesto rutinario es un papel conscientemente asumido, si mi propia personalidad es el reto más grande de mi existencia, ¿cómo solidarizarme con grupos excluyentes o entristecerme por cuestiones sobre el concepto de Estado? Cuando mi ser se me escapa, de inabarcable, de inaprehensible, de relativo, ¿cómo sentirme carnalmente cercana a España o a cualquier otra nación? No hay duda: la solución definitiva al nacionalismo es la crisis de identidad.

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¿Puedo llamar vida a mis días? ¿Puedo considerar experiencia mi dolida búsqueda de experiencia? ¿Realmente conozco el dolor, siquiera el de no sentir nada? La variedad de formas y colores de mi dolor, la exquisita y complejísima red de mi decepción no tienen contenido. Sufrir sin causa es doblemente doloroso porque es un sufrimiento desapasionado y en última instancia patético. ¿Valdrá este dolor en la balanza como intensidad de mi vida? ¿Podré presentarlo el día de mi juicio? ¿Podré llamar muerte al final de esto?

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Escribir es ahondar excesivamente en uno mismo. Lleva a la dramatización de los detalles de la propia vida y hace que uno se interese cada vez menos por los problemas de los demás. Ser capaz de entretener o de redactar con cierta habilidad parece signo de la importancia de lo que se cuenta y esta mentira llega a aislar al autor en un universo propio. Ser el protagonista absoluto sin esfuerzo: es lo que logra un rato prolongado frente al ordenador cuando se opta por un código pretendidamente literario. Ése es demasiadas veces el motivo por el que disfruto escribiendo. Sólo así dejo de mirarme en el espejo de los demás. Sólo así parece lógica y en ocasiones incluso provechosa mi tendencia al egocentrismo, mi egolatría disfrazada de auto-odio.

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Si grito mi debilidad hasta que las paredes tiemblen, si escupo mi fragilidad y la expando, si te reto exhibiéndola como un arma haré que me ames por lo que soy y no sólo por lo que quiero ser. El que se asusta sólo es realmente cobarde si además se engaña a sí mismo, si se niega, si se compara y se anula. Si lucha por encontrar refugio y se sabe amparado en otros deja de ser cobarde. Si además encuentra a esos otros concretos capaces de perdonar su debilidad y de hacerle perdonar la de ellos, entonces... ¡entonces ese cerdo es feliz!

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El autoanálisis está sobrevalorado. El mundo está lleno de seres humanos valiosos que facilitan la vida de los demás y que no se analizan más que excepcionalmente. Ser consciente de mis mezquindades no puede hacerme mejor persona. Los asesinos, los envidiosos, los egoístas, los usurpadores, los dictadores... pueden ser seres especialmente autoconscientes, doloridos por sus propias imperfecciones y que sólo superficialmente actúan en beneficio propio. En cambio, los héroes, los libertadores, los solidarios, los amantes, no están necesariamente atormentados por sus defectos; pueden limitarse a intuirlos e intentar corregirse en sus actos sin esforzarse en aniquilar los sentimientos negativos que provocan sus errores. Los que consideramos buenas personas no tienen habitualmente pensamientos viciosos centrados en ellos mismos. Los otros, los pensadores viciosos, pueden ser buenos poetas o hacer arte catártico para el público, pero no pueden ser felices ni convertirse en buenas personas.

***

Me doy cuenta de que la relación que tengo conmigo misma no es muy buena porque a veces, a solas, se crean silencios incómodos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Brillante tu reflexion sobre el autoanálisis!!

Raquel Márquez dijo...

¿Quién eres, oh usuario anónimo...? ¡Manifiéstate, oh presencia misteriosa!

Anónimo dijo...

Jeje es indiscutible la habilidad para las palabras de Cioran, pero es el mismo manejo que tienen los malvados para con las armas químicas. Cioran disfruta contagiando al mundo de su enfermedad. A mí que no me tosa encima, qeu bastante tenemos con intentar salir palante para que venga este tipejo a amargarme la vida... coño, al menos hazlo con humor!!

Anónimo dijo...

davizzz, fumate un peta tron, passa de tó.

Anónimo dijo...

He estado oyendo un tema de Einstürzende Neubauten que me ha recordado tu blog, sobre todo el estribillo (lo del final). Te pongo parte, que es larguísimo.

"Dos cosas son interminables,
la ignoracnacia y el espacio.
Nada... simplemente... en todas partes
mas... y... abundancia...
El amor y el tiempo nunca acaban.

Exigimos un cambio en nuestra órbita,
liberación absoluta de la ley de
gravedad de Newton,
sin daños al cuerpo por la gravedad,
o por el peso de alguien que vuela,
poner fin a la deriva continental,
traer de vuelta Pangea.

Lo que es es,
lo que no es, es posible
simplemente lo que no es, es posible."

Was Ist Ist

-Jose Luis

Anónimo dijo...

En el segundo verso quería decir "la ignorancia y el espacio"... estoy disléxico perdido! :P

-Jose Luis

Raquel Márquez dijo...

Oh, gran aportación, grasiah, Oze Luí!!

Raquel Márquez dijo...

Y manifiéstate, usuario anónimo!!!