27.12.10

Empecé leyendo lo que opinaban los juristas (básicamente, que es peligroso sustituir los juzgados por una comisión administrativa en cuestiones como ésta de la "piratería", en la que no están en juego los derechos fundamentales de los ciudadanos, sino un sector económico muy concreto), seguí con lo que decían las asociaciones por la libertad y la neutralidad en internet (todos claramente en contra o con importantes reservas hacia la ley) y con el público "no creador" en general, que lógicamente está interesado en seguir disfrutando gratis de esas películas, series, canciones... que no puede o no quiere comprar en soporte físico. Y que no se siente muy culpable por ello, nos pongamos como nos pongamos.

Y al final, encontré opiniones en la dirección opuesta, algunas muy insultantes. A los críticos con la ley y a los que se descargan cosas gratis se les ha metido en el mismo saco y se les ha llamado "cinéfilos de domingo por la tarde" (se ve que el auténtico cinéfilo paga religiosamente por cada fotograma que ve), demagogos, populistas, o directamente ladrones. Y lo más curioso es que alguno de éstos se ha despachado a gusto sin entrar a hablar de si él/ella se baja cosas gratis o no. Me parece lo mínimo cuando llamas ladrón a varios millones de personas: incluirte a ti mismo en la definición o desmarcarte. Es poco honrado meterte con seriesyonkis cuando eres usuario habitual de esa o de otras webs similares, sobre todo si no le das al público esa información.

Otros no se han posicionado ni del todo a favor ni del todo en contra. Pero, aun siendo de los más interesantes, yo hubiera preferido que, además de ser moderados y no insultar a nadie, que siempre se agradece, hubieran llegado a una conclusión de sí o no sobre la ley. La mía es que no, la ley Sinde no es justa. Soy guionista y he ganado miles de euros en derechos de autor. Pero esa comisión, esté quien esté en ella, no me representa.

Al hilo de lo que ha dicho Natxo López, con el que casi siempre estoy de acuerdo y del que he aprendido mucho, se me ocurren otras preguntas:

- ¿Cómo es que los portavoces más activos en defensa de la ley Sinde son precisamente personas que pueden vivir de la industria cultural tal y como está?

- ¿Por qué hay tantas opiniones en contra de los que estamos en contra de la ley, y tan pocos alegatos inequívocamente a favor de ella? 

- ¿Por qué nadie de mi entorno defendía a Ramoncín (ni a Rosario, ni a Ana Belén y Víctor Manuel, ni a Bisbal...) durante todo este tiempo, cuando le humillaban y hasta le tiraban piedras, y ahora muchos apoyan a Álex de la Iglesia cuando dice exactamente lo mismo? 

- ¿Por qué si los intermediarios culturales están tan acorralados por la piratería se pueden permitir subir los precios sin parar, en lugar de bajarlos? ¿Por qué, ahora que puedo ver gratis casi cualquier película, ir al cine me cuesta casi 10 euros?

- ¿Decir que Telefónica se está lucrando con las descargas "ilegales" (los jueces no han opinado lo mismo en la mayoría de los casos) no es como decir que se está lucrando gracias al narcotráfico, porque hay traficantes que usan el teléfono para hacer sus negocios? ¿Tiene un proveedor que vigilar a sus clientes o responsabilizarse de lo que hacen?

- ¿No nos estaremos cegando pensando que el fin justifica los medios? ¿Quién va a "vigilar a los vigilantes" de la comisión cuando ya tengan las armas legales para decidir sin jueces?

Y haría muchas más, pero me voy a dar una vuelta que llevo dos días en la cama, como quien dice.

2.12.10

  Máscara

         - ¿Y Carlos, no viene?
         - Sí, mujer, es que lleva un espray de invisibilidad.
         - Cara de perro, chiste malo... A ver, ¿qué te pasa?
         - Hemos discutido. Mucho. Ha cogido un bolo de mierda, fatal pagado, en lugar de venir conmigo a tomar algo... Que es mi cumpleaños, tía.
         - Coño, es verdad. Felicidades.
         - Me acuerdo cuando empecé con él. Creía que salir con un cómico iba a ser divertidísimo...

* * *

Desengañaos, amigos, ellas no se enamoran de vosotros, sino del tío perfecto que podríais llegar a ser. Somos su jodida plastilina. El otro día se lo dije: ¡soy tu plastilina! Y me suelta: “Exacto. Eres amorfo, infantil y ensucias”.

* * *

         - También es que lleváis... ¿cuánto? ¿dos años?
         - Tres.
         - Uf, qué vieja soy... El caso es que hasta cierto punto es normal, ¿no? Si le surge una actuación, pues...
         - Ya, pero es que antes... no sé. Hacíamos planes de pareja. Íbamos a cenar, y al cine...
         - Teníais más dinero, también.
         - Que no, Marta, que el sexo es gratis. Antes, si estábamos un día entero en casa, acabábamos haciéndolo por la mañana, por la tarde y por la noche. Y ahora...

* * *

Todos los días le duele la cabeza. ¿Pero por qué se creerá que necesito su cabeza? A mí la cabeza me da igual, como si te pones una bolsa. Vale, esto es una burrada, pero es que estoy muy tenso, amigos, demasiado tiempo sin mojar. Me dice: “es que no estoy relajada, y yo si no estoy relajada...”, digo “ya, pero es que yo, para estar relajado, ¡tengo que follar!”, es como la pescadilla que se muerde la cola. Fíjate si estoy mal que pienso en una pescadilla mordiéndome la cola y se me pone dura...

* * *

         - ¿Crees que ya no le pones, o algo así?
         - No, no es eso, pero nunca ve el momento. Y en público ni me toca, la gente cuando nos conoce ni se huele que somos pareja.
         - ¿No le estarás dando demasiada importancia? Todo el mundo tiene rachas. A mí con Javi me pasaba de vez en cuando, y no es que rompiéramos por eso, precisamente.
         - ¿Y quién ha hablado de romper?
         - Nadie... ¿Por qué estás tan susceptible?

* * *

Luego están los famosos “días” que tienen las chicas. “Hoy no me tengas en cuenta el mal humor, es uno de esos días”. “Hoy si te meto en el dedo en el ojo haz como si nada, es uno de esos días”. “Hoy no podemos follar, es uno de esos días”. Coño, pues usa la cabeza, ¡para una vez que sirve de algo!

* * *

         - Marta... Tú no has visto a Carlos en el escenario últimamente, ¿verdad?
         - No. ¿Qué pasa, no es gracioso?
         - Sólo habla de mujeres, de los problemas que tiene con su novia.
         - ¿Sí?
         - Y es súper soez. Los chistes van de que ella nunca quiere follar, de lo sosa que es en la cama... cosas así.
         - Pero eso es... enfermizo.
         - Ahora me entiendes, ¿eh?
         - ¿Por qué no me lo habías contado?

* * *

Y qué manía con hablar de todo, ¡todo el rato! “Yo es que para hacer el amor necesito mucha comunicación”. A ver qué le contestas. Primero: sácatela de la boca, que no se te entiende nada. Segundo: Yo NO necesito comunicación, ¿es que mis necesidades no cuentan? “Sí, Carlos, claro que cuentan”. ¡Pues sigue chupando, joder!

* * *

         - Él dice que sólo es trabajo, que le doy demasiadas vueltas. Que hay que adaptarse al público, que el humor es para las masas, no para minorías...
         - Minorías, esa sí que es buena. La verdad es que me has dejado k.o., siempre he pensado que estaba enamoradísimo de ti.
         - Es que eso es lo más triste, que me adora. Me mira de una forma... como si yo fuera lo único valioso que tiene, ¿sabes...? Como desesperado. Lo absurdo es que en lugar de agarrarse a eso y ser feliz, cuanto más en serio vamos más se asusta.

* * *

Uno de los peores momentos de tener pareja es conocer a los padres de ella. Y si eres el primer novio... entonces es mejor que te pegues un tiro en los huevos, directamente. Porque su padre aún se está aferrando a la fantasía de que su hija será virgen toda la vida. Digo yo que pensarán: “por lo menos que sea lesbiana”. Y cuando me ven a mí entienden que ni una cosa ni otra, que a su niña la estoy dando con todo lo gordo. Una vez al año, pero con todo lo gordo.

* * *

         - Y no es que no le entienda, Marta, pero me duele. A mí también me costaba lanzarme, tardé años en tener relaciones serias con hombres, tú lo sabes.
         - Y tanto. Cuando te conocí parecía que te gustaban las tías, con aquellas camisas de franela... Estuve por tirarte los trastos más de una vez.
         - ¿Sí? Pues mira, seguro que nos habría ido mejor. Por su culpa estoy que vuelvo a planteármelo todo y a tener miedo de todo. Ya me da igual si es por trabajo, por su familia o porque es un cobarde, no puedo perder más tiempo de mi vida con alguien que a su edad sigue en el armario profundo.
         - ¿Estás seguro? Quiero decir, mi amigo eres tú, y si no eres feliz no hay más que hablar. Pero Carlos y tú... Aunque él sea así, tan reservado, pensaba que os iba bien.
         - Contigo parece timidez, pero cuando estamos con sus colegas cómicos, o con sus hermanos, es mucho peor. Se hace el machito, se avergüenza de mí...
         - No, no llores... Ven aquí. Si la cosa está así, le mandas a la mierda y que se busque a otro. A a otra, pero a ti que te deje en paz.
         - No puedo más, Marta. Por mucho que le quiera... esto se acabó. 

* * *

Así que he pensado que se acabó, amigos. Paso de no follar, de rollos hormonales y de ñoñerías. Lo habéis adivinado: me voy a hacer maricón, ¡buenas noches!